lunes, 9 de diciembre de 2013

Agregados a la otra realidad


Siempre he sido un lector impenitente. Aprendí a leer en casa antes de ir al colegio y mis primeras horas escolares las recuerdo leyendo las frases coloreadas que colgaban de las paredes mientras mis compañeros aprendían las letras. Vivía entonces en Barcelona y el autobús escolar tardaba cerca de una hora en llevarme a clase tras recorrer una ciudad que yo miraba fascinado desde la ventanilla. Pero la monotonía del recorrido pronto trocó mi embeleso en aburrimiento y llené esas largas horas con la lectura. Primero con unos tebeos de Mortadelo y Filemón que devoraba con fruición. Luego con una colección llamada "Joyas literarias juveniles" que adaptaba los grandes clásicos de la literatura para los ojos de un niño sediento de aventuras como yo. Y por fin los libros.

Me apunté a la biblioteca del colegio y leí prácticamente todo lo que el viejo sacerdote consideraba "apropiado para mi edad". Enid Blyton y sus libros sobre pandillas juveniles de esquema repetido llenaron mi mente de fantasía. "Los cinco", "Los siete secretos", la serie "Misterio en..." y "Aventura en..." me mantuvieron en vilo durante meses, de día y de noche. Fueron el Harry Potter de mi infancia. Luego les siguieron "Los tres investigadores", "Enciclopedia Brown" y las biografías de personajes históricos. Uno en especial desató mi fiebre por la historia: "Héroes en zapatillas". Pero recuerdo cual fue el libro que marcó mi salto de la lectura infantil a la literatura: "Los muchachos de la calle Pal" de Ferenc Molnar. Fue el primer libro con el que lloré.

Los siguientes años pasaron por mi manos infinidad de textos. Solía leer hasta tres libros por semana y nunca me cansaba. Tuve que luchar por hacerme con títulos que me estaban prohibidos y leerlos a escondidas porque no me permitían posar mi ojos sobre ellos. Cuando iba a casas de mis amigos recorría las colecciones de sus padres y les pedía a mis compañeros que me los dejaran en secreto, sin que se enterara nadie. Me miraban extrañados pero accedían. Supongo que si no hubiese sido buen deportista y bastante popular habría acabado siendo el "chico raro" de la clase.

Con trece años ya había leído los principales clásicos de la literatura y mi sed no menguaba. Cada vez seleccionaba más y eso forjó en mi un espíritu crítico que me acompaña hasta hoy. Pero ese espíritu ha sido siempre exclusivamente para mi. No soy crítico literario y aunque he recomendado libros a algunos amigos en función de sus gustos, nunca he escrito una crítica como tal. Por eso el correo de David me dejó descolocado.

A principios de abril recibí el correo de un chico de Alicante llamado David. Me presentaba su primer libro "Agregados a la otra realidad" y me pedía una reseña en el blog. Nunca lo había hecho, ni aquí ni en ningún sitio, pero tras varios correos acordamos que si el libro tenía más cosas positivas que negativas escribiría algo sobre él, advirtiéndole que diría lo que realmente pensaba de él.

No pude leerlo hasta agosto y le agradezco su paciencia conmigo. Le dije lo que pensaba en privado y me dio libertad para que escribiese lo que creyera conveniente. A pesar de ello he tardado casi tres meses en escribir esta entrada porque no sabía como enfocarla. La crítica literaria no es lo mío.

La novela transcurre en el Alicante actual y las historias de varios personajes del "ambiente" se entrecruzan con el nexo común de un local imaginario llamado "Luna Nueva". Allí conocemos a Mario, Miguel, y especialmente a Ángel y su alter ego como drag queen "La Nunox", personalmente el personaje mejor desarrollado y más interesante de la novela.

Las parejas abiertas, la promiscuidad, la noche y el alcohol, la búsqueda del amor como ideal, la inmersión en el mundo laboral y las redes sociales son sus temas principales y se entremezclan en la vida de estos veinteañeros a lo largo de toda la historia. Son temas muy cercanos a mi y que he reflejado alguna vez en el blog, y aunque no he tenido la suerte de vivir en primera persona y desde la juventud estas experiencias, las he vivido a través de los ojos de mucha gente joven que he conocido estos años.

Habituado a las novelas de corte clásico LGTB que han caído en mis manos estos años y que me han defraudado bastante, el esquema me ha parecido mucho más elaborado que la media de lo que se publica en España en las editoriales del sector, en los que prima una estructura lineal de "chico conoce a chico", se enamoran, comparten escenas tórridas y sufren por ello. La música es el hilo conductor de muchas escenas, aunque mi analfabetismo musical me ha dejado muchas veces fuera de juego al no poder discernir lo que quería indicarnos David en algunos casos. Supongo que los seguidores de Madonna y Alaska disfrutarán más que yo de estas referencias. Me ha recordado vagamente a una mezcla entre "American psycho" y "Short cuts".

La prosa es de fácil lectura, aunque para mi gusto tiende a sobreadjetivar y utilizar anglicismos en exceso que creo que no aportan nada al texto, aunque quizás sean más cercanos al lenguaje de los jóvenes de hoy en día. Tendré que modernizarme y mejorar mis "speeches" si quiero ser "nice" con mis "partners" jóvenes cuando tenga una "date".

Aunque la narración tiene altibajos y echo de menos más profundidad en algunos personajes, el conjunto es agradable. Me parece una más que digna primera novela, con todos los defectos que ello conlleva habitualmente y que todos los autores han mostrado. No es fácil plasmar a la primera lo que tienes en la cabeza en un texto elaborado. Por eso existen talleres de escritores, para aprender a pulir sus textos. Y no todos lo consiguen.

No es la mejor novela que he leído nunca por supuesto, pero comparando con otras novelas de género que se han publicado en España no termino de comprender como ha tenido David que autoeditarse. Supongo que la competencia es feroz y las editoriales no quieren correr riesgos publicando algo que se sale de lo habitual. Si te animas a escribir de nuevo David, espero que tengas más suerte la próxima vez y te den una oportunidad de llegar a un público más amplio. Valga desde aquí este pequeño granito de arena que puedo aportar yo para que los que se acerquen por aquí puedan conocerte.

Si os animáis a leerla la podéis conseguir en papel y ebook (a precio muy barato) en este enlace.

Y si queréis conocer más al autor, el alcoyano David Silvestre Valor, pasaos por su blog donde podréis también leer el primer capítulo de la novela.

Espero que la disfrutéis.


jueves, 21 de noviembre de 2013

La calavera de Álvaro


Ya sé que puede parecer raro que hable hoy del 1 de noviembre y que llego tarde a esa fecha, pero como es tónica la normal en mi vida supongo que no me lo tomaréis en cuenta. Tampoco es que quiera hablar del Día de Difuntos que se celebra en España en esa fecha y en la que mucha gente se encamina a los cementerios con gran duelo, flores y luto para rendir tributo a sus antepasados. La verdad es que nunca he sido seguidor de esa tradición. Siempre me ha parecido una costumbre excesivamente triste y que sólo invita a la melancolía autoinducida y colectiva.

Tampoco quiero hablar del omnipresente Halloween que se ha extendido ya por casi todo el mundo occidental y que se celebra con miles de personas disfrazadas, con más o menos acierto, y que más que un recordatorio a los muertos es una fiesta carnavalesca de temática gótica. Y no es que me parezca mal, que una fiesta es una fiesta y cualquier oportunidad de divertirse me parece sano, que bastantes momentos tenemos al año para sentirnos tristes.

Pero sí que hay una tradición que siempre me ha llamado mucho la atención desde que la descubrí cuando era niño: el Día de los Muertos mexicano.

Recuerdo que leí sobre ella en un pequeño libro sobre costumbres del mundo cuando era pequeño, y me llamó mucho la atención una imagen en la que sobre la tumba del finado parecía celebrarse un banquete. Acostumbrado a la solemnidad que presidía ese día en España, la idea de estar comiendo sobre los restos de un muerto me pareció cuanto menos curiosa.

Más tarde, ya sobre mi treintena cayó en mis manos un juego de ordenador llamado Grim Fandango ambientado en la Tierra de los Muertos y con una estética de novela negra que me enganchó por completo. Era una aventura gráfica, de las que se estilaban esos años, y que me proporcionó innumerables horas de diversión. Recuerdo estar en el trabajo deseando llegar a casa para continuar jugando y dándole vueltas a los intrincados puzzles que presentaba. Pero más allá de las horas de diversión y el humor que destilaba, lo que me fascinó de él fue su estética. Todos los personajes estaban muertos y su protagonista (Manny Calavera) se convertía en el alter ego de un Humphrey Bogart con la apariencia de los dibujos de José Guadalupe Posada.

Por eso cuando en el 2006 visité México y en mi viaje recalé en Puebla, no pude resistirme a comprar dos figuras de papel maché en el Museo Amparo. Una es una Catrina con collares y con un ligero aire flamenco, y la otra un Mariachi en pose de bailarín. No son las más bonitas que vi pero sí las más ligeras para transportarlas en un viaje transoceánico. Y desde entonces están junto a mi ordenador bailando por toda la eternidad y arrancándome una sonrisa cada vez que las veo. Estas figuras fueron posteriormente las causantes indirectas de que me robaran todo el equipo fotográfico. Pero esa es otra historia.

Pero lo que desconocía totalmente era la costumbre de crear pequeños versos humorísticos, a modo de epitafios, sobre personas vivas, en los que se bromea con la muerte. Se llaman "calaveras" o "calaveritas" y me los descubrió mi buen amigo Álvaro al dedicarme una en su blog, junto a las de otros blogueros, que me arrancó una sonrisa. Aquí la tenéis:

Parmenio a veces dura un milenio
en escribir su próxima entrada
por eso la muerte decidio
se lo lleva la chingada
España está de luto
para que no ande ya de puto
que se porte muy bien a cuenta
pues ya pasa los cuarenta

La leí un montón de veces y cada vez me hacía sonreír más. Improvisé en sus comentarios unos versos como respuesta, que aunque no tienen su calidad me salieron sin pensar. Perdonadme si no están a su altura:

Sin palabras me he quedado
al rimar tus calaveras
pues ya mi alma has desnudado
a mis cuarenta primaveras.

Y es que tanto me ha gustado
que mi vida resumieras
que en mi ser has despertado
sensaciones placenteras.

Y aunque esté ahora ocupado
con acciones quinceañeras
escribir he principiado
mis historias chifladeras.

Mas ¡ay Dios! no he contemplado
que a las parcas segaderas
no siempre les ha gustado
mis actuaciones joteras.

Si no conocíais esta costumbre merece la pena descubrirla. Y si ya la conocíais disfrutad del ingenio de Álvaro y del resto de sus "calaveritas".

Muchas gracias amigo.


jueves, 31 de octubre de 2013

La sauna


El último sábado de junio me encontraba en Madrid. Llevaba toda la semana trabajando y disfrutando de la compañía de varios blogueros. Fui al teatro y a exposiciones, paseé por la abarrotada Gran Vía y me perdí entre las calles de Chueca y Malasaña, conocí Vallecas y disfruté de la compañía de mi amiga Roxana y sus amigos. Pero sorprendentemente el sábado todos tenían planes y desaparecieron dejándome solo, así que mi proyectado plan de conocer la vida nocturna de Chueca se desvaneció sin remedio.

Las calles estaban abarrotadas de grupos que reían ruidosamente y entré en algún bar a tomarme una cerveza esperando que algún chico guapo se fijara en mí y me rescatara de mi aburrimiento. Y de hecho lo hicieron. Concretamente dos. El primero era bajito y claramente latino, de sonrisa pícara y ropa juvenil. El segundo rubio, muy joven y con la ropa tan ceñida que mostraba más de lo que ocultaba. Los dos me pidieron dinero.

Cerca de la media noche decidí volverme a la pensión. Ya que no tenía plan para salir al menos me entretendría viendo el partido de fútbol de la final de la Copa Confederaciones. Brasil goleó a España y cada gol fue coreado con alborozo por un grupo de seguidores, supongo que brasileños, que desde el bar de abajo seguían el encuentro. Fue más divertido verlos a ellos salir a la calle a gritar desde la oscuridad de mi balcón que el partido en sí.

Y una idea me rondó por la cabeza. Ir a conocer una Sauna.

Había hablado de ello con Driver GT tomando unas cervezas el jueves. Yo nunca había ido porque no me llamaban la atención, pero convine con él en que las cosas hay que probarlas para poder opinar. Si a eso le sumamos que estuve viendo esa semana una obra de teatro llamada Sauna Paradise que me pareció bastante entretenida a la par que estimulante visualmente, entonces la semilla estaba sembrada.

A pesar de mis dudas y mi desconocimiento escogí, tras mirar por internet, la Sauna Paraíso en la que estaba inspirada la obra de teatro que vi. Estaba a unos diez minutos andando de mi pensión y las guías la indicaban como la más grande y lujosa de Madrid. Público variado pero predominantemente joven. Sonaba bien.

Aún con dudas sobre mi decisión compré una lata de cerveza por el camino a un latero chino para insuflarme ánimos. No tenía claro si era una decisión acertada y un par de veces estuve a punto de darme la vuelta arrepentido de mi excursión nocturna. Eran las dos de la mañana y yo paseaba con una cerveza hacia lo desconocido.

Trece euros fueron el peaje de entrada. Una toalla, unas chanclas y una llave de taquilla, todo empaquetado y servido a través de una ventanilla por un chico marroquí que me miró con desgana, mi atrezzo. En las filas de taquillas estrechas un par de personas me miraron de reojo mientras me desnudaba y me enfundaba la toalla. Dos veces pasaron junto a mi por el angosto espacio rozándome con sus cuerpos de forma ostentosa. Entendí entonces la estrechez del lugar.

Caminé por un pasillo porticado con ventanas a la piscina. Al otro lado tres hombres bastante mayores, sentados en unos butacones, me miraron fijamente evaluándome de pies a cabeza. Era como un desfile de modelos, pero en el que la ropa no es la preocupación de los asistentes. Al fondo unas duchas y un jacuzzi donde los chicos deambulaban como zombies mirándose unos a otros en silencio. Parecían decirse "no eres digno de mi".

Me di una ducha y entré en la sauna de vapor justo cuando salía una pareja. Me senté en la penumbra y esperé en vano que entrase alguien. Mi cuerpo aguantó menos que mi curiosidad. Otra ducha y a la piscina. Allí dos chicos, cada uno en una esquina fijaron su vista en mi entrepierna de forma descarada. En lo alto un chubbie me miró desde el ventanal donde estratégicamente habían puesto una fuente para beber. No sé si esperaban que me acercase yo a ellos o simplemente decidieron que no era la persona adecuada, pero se quedaron en sus rincones mientras yo me sentaba agradeciendo el frescor del agua.

No había demasiada gente y pensé que quizás no era el día ni la hora adecuada, así que me dirigí hacia el bar a tomarme una cerveza y hacer tiempo. En un ordenador junto a las taquillas un chico de unos 30 años consultaba el facebook ensimismado y en el jacuzzi un par de osos se lo estaban montando bajo la atenta mirada de un tercero.

Desde mi banqueta vi pasar más gente que desaparecía tras una cortina oscura que no había visto al entrar e imaginé que tras ella había un cuarto oscuro. Entraban y salían sin parar como si fuese la boca del metro y recuerdo que pensé que no debía estar demasiado animado. Intenté acercarme al jacuzzi pero a los dos osos se había sumado un tercero que intentaba, sin demasiado éxito, participar del ejercicio sexual. Dejaban poco espacio. Para él y para mi.

Entré a la sauna seca un rato y regresé a la piscina acalorado. Un hombre me miró insistentemente pero no supe deducir si quería que me acercase o simplemente era el único en el que podía fijar su mirada. Perdí su atención en cuanto entró otro hombre que sin dudarlo se dirigió hacia él. No tardaron en empezar a manosearse y animarse. Sentado justo enfrente de ellos tuve la sensación de que estaban escenificando un número porno sólo para mi. Entretanto algunos más entraron a la piscina y se fueron rápidamente.

Cerré los ojos y me relajé descansando mis doloridos músculos, agarrotados de toda la semana de trabajo. El desfile continuó. Hombres mayores con ansias en sus ojos y treintañeros dignos que miraban por encima del hombro a los demás.

Unos chavales jóvenes recién llegados se metieron al cuarto oscuro sin dudarlo por otra puerta que tampoco había visto antes, así que antes de que terminara de arrugarme del todo decidí cruzar esa puerta y descubrir lo que ocultaba. Para mi sorpresa no estaba oscuro sino que una luz violácea iluminaba un pasillo desde el que se abrían varias puertas. Apiñados en el corredor unas quince personas paseaban arriba y abajo mirándose unos a otros sin hablar. Me pareció un poco deprimente ese silencio y lo recorrí rápidamente mientras veía en alguna de las cabinas abiertas cuerpos desnudos esperando caridad. Al fondo más sillones ocupados por algunos que habían dejado caer la toalla y se acariciaban de forma que a ellos les parecía provocadora. Para entonces mis deseos se habían ya esfumado totalmente y salí por la cortina del bar camino de las taquillas.

Eran las cinco y media de la mañana y empezaban a llegar los más jóvenes después de una noche de discoteca sin éxito. Mientras me vestía un jovencillo se puso a mi lado a desnudarse sin parar de mirarme. No me habría importado irme con él, pero mi libido se había esfumado ya hacía rato. Me recordó a los chicos que me pidieron dinero hacía unas pocas horas. Le sonreí con un encogimiento de hombros y salí al frío de la noche.

No sé si fue el día, el público, lo aséptico del ambiente o el silencio sólo roto por las miradas, pero en ningún momento me sentí con ganas de lanzarme a algo más que relajarme en el agua. Quizás fuese yo el que no estaba preparado. Quizás lo imaginaba diferente.

Como lugar lúbrico fue decepcionante, pero como spa me pareció una buena opción para relajar a un turista cansado y aburrido.

Supongo que en la entrada les dará igual como lo uses...mientras pagues.



domingo, 25 de agosto de 2013

Orgullo 2013 (III): Alegato


A lo largo de estos años del blog he publicado fotos de las veces que he estado en el Orgullo Gay de Madrid. Y tanto en los comentarios como por correo me lo han recriminado siempre con estas preguntas: ¿Orgullo? ¿De que tenemos que estar orgullosos? ¿Acaso los heterosexuales se sienten orgullosos de serlo? Así que he decidido escribir este texto explicando mi posición y por que defiendo su existencia y necesidad.

Como bien saben los que han leído el blog desde el principio, llevo poco tiempo como gay, apenas cuatro años y medio recién cumplidos, el primero de los cuales lo viví inmerso en un mar de angustia intentando asumir esta verdad cual Saulo caído del caballo, así que mi visión es muy próxima en el tiempo, ya que en mi etapa hetera nunca le presté demasiada atención. No era para mi más que un titular en los periódicos de julio por el que pasaba la mirada indiferente.

Pero ya comienzo mi alegato:

1.- Mi primer orgullo fue el del 2009. Y lo comenté en esta entrada que escribí a los dos meses de empezar el blog. En el último párrafo escribí:

Dos semanas después estaba en Madrid en plena Gran Vía, frente al Hotel Tryp viendo pasar las carrozas del Orgullo junto a Roxana y bailando al ritmo de la música. Ese fue el primer día en que me sentí libre de mostrarme como gay. Y es una sensación fantástica.

Ver a tantos gays desfilando ese día me mostró que no era una "rara avis", que no estaba solo y que había muchos como yo. Y ese es uno de los objetivos del Orgullo, hacer sentir a los "nuevos gays" que no están fuera de la sociedad, sino que se puede vivir perfectamente siendo como son. Que son tan normales como los heteros. ¿Cuántos adolescentes habrán acudido a la marcha buscando fuerzas para enfrentarse a su situación? Porque no nos engañemos, a pesar de que en España el clima es favorable hacia los gays, sigue existiendo discriminación y rechazo en los institutos, y darles un punto a estos adolescentes en que el que apoyarse es un balón de oxígeno a su autoestima. Sólo por esto ya debería existir.

2.- Yo no tengo un cuerpo perfecto, ni abdominales marcados. No soy especialmente guapo ni disfruto de la belleza de la juventud. No me adorno con plumas ni salgo con tacones de plataforma. No bailo bien y canto peor. No tengo pluma ni hablo en femenino. No soy Drag Queen ni transexual. Simplemente soy un chico del montón, de los que hay miles por el mundo.

Entre algunos gays se suele acusar al desfile de que distorsiona la realidad de los homosexuales haciendo creer a los heteros que todos cumplimos esos estereotipos. Si cuestionamos a los que se disfrazan, van con tacones o muestran ese día toda su pluma ¿acaso no estamos haciendo lo mismo de lo que nos quejamos de los heteros? No seamos tan cainitas de discriminar a los que no son como nosotros por miedo a que nos etiqueten. No son "ellos" y "nosotros", somos todos. Y si queremos que nos traten con igualdad a los heteros empecemos por tratar con igualdad a los que son diferentes a nosotros. Al salir en público mostrando como son en realidad nos están enseñando el valor de atreverse a vivir cada uno como es. Aprendamos de ellos. Tienen el coraje que nos falta a nosotros.

3.- Muchos gays suele decir que no deberíamos sentirnos orgullosos de ser gays, que los heteros no lo están. Suelen decir "¿acaso ellos celebran el orgullo hetero? Esta es una falacia de manual. Como ellos no lo celebran yo tampoco puedo hacerlo. Como los blancos no se quejaban del apartheid, los negros tampoco podían quejarse. El sector mayoritario de una sociedad no necesita nunca reivindicar un derecho porque ya lo tienen implícito. Hace un siglo los hombres no reivindicaban el voto de las mujeres, fueron ellas las que tuvieron que luchar por lograrlo. Y muchas mujeres, al igual que muchos gays hoy en día sobre el orgullo, afirmaban que no era necesario. Gracias a que algunas de esas mujeres que lucharon por conseguirlo, todas pueden votar hoy. Que tu no lo consideres necesario no significa que otros si lo estimen imprescindible.

4.- Orgullo. Pocas palabras se discuten tanto como esta. El término "orgullo gay" viene de la traducción del inglés "gay pride". No sé en que momento se empezó a utilizar la palabra orgullo como traslación del inglés al español, pero ahora se encuentra totalmente asentada en el imaginario colectivo y asociada ineluctablemente a la celebración del desfile. Quizás la traducción más correcta habría sido "dignidad gay", pues el concepto de orgullo en español está asociado a un exceso de estimación hacia si mismo, a sentirse superior a los demás, pero en el original "pride" hace referencia a la dignidad, a la igualdad con los heteros, no a ser inferior ni superior a ellos. Seguir discutiendo hoy en día por el término escogido me recuerda a la fábula de Iriarte sobre si son galgos o son podencos.

5.- Visibilidad. Para una gran mayoría de españoles que viven en ciudades pequeñas o pueblos, el único contacto con la homosexualidad es a través de la televisión o el periódico cuando leen o ven imágenes del desfile. Por supuesto que existen gays donde viven, pero en sus comunidades pequeñas y cerradas todavía existen los prejuicios arraigados a través de generaciones de que la homosexualidad es pecado y debe ser despreciada y marginada. Ver a tantos gay (y heteros, no nos olvidemos de ellos) celebrando con normalidad ese día les hace plantearse poco a poco si sus convicciones estarán erradas. Esto no se consigue de una vez ni con un único desfile, pero la imagen de normalidad va calando en sus mentes lentamente.

6.- Reivindicación. Aunque la parte festiva sea la que domine en los medios de comunicación, no nos olvidemos de que hay una parte reivindicativa en el desfile. Lemas como "Jóvenes sin armario" o "Matrimonio igualitario" reclaman esa igualdad a la que todos tenemos derecho en una sociedad democrática. Puede que salgan poco comparado con el desfile, pero aparecen como titulares en las noticias y la gente puede enterarse de lo que es todavía necesario cambiar.

7.- Esperanza. Muchos gays afirman que no es necesario reivindicar el matrimonio igualitario, porque en España ya lo tenemos, pero es que no lo reivindicamos sólo para los que vivimos aquí, sino que es un altavoz para los que viven en países donde sus derechos no son respetados y la homosexualidad es perseguida. Somos la voz de la de los que no pueden hablar. Somos la esperanza de que lo que nosotros hemos conseguido algún día puedan también lograrlo ellos.

No nos miremos el ombligo siempre, salgamos de nuestro pequeño mundo y pensemos que lo que a nosotros a lo mejor ya no nos es necesario para otros es algo a lo que aferrarse.

8.- Defensa. Si los derechos están conseguidos ¿por qué seguir reinvindicándolos? Aquí en España el matrimonio homosexual hasta hace muy poco estaba recurrido ante el Tribunal Constitucional. Por suerte no hubo sentencia en contra, pero en California con la famosa proposición 8 si la hubo y en Rusia actualmente se han promulgado leyes contra los gays que antes no existían. Los derechos conseguidos hay que defenderlos continuamente porque si no puede llegar un momento en que sin darnos cuenta los perdamos. Los judíos alemanes se encontraron privados de sus derechos en los años 30 de la noche a la mañana. Tal vez penséis que eso hoy en día no podría ocurrir de nuevo, pero en Camboya por ejemplo, en los años 70 (yo tenía 10 años) la gente fue torturada y ejecutada simplemente por llevar gafas o saber leer. Y en los 90 en Ruanda se produjo un genocidio simplemente por la etnia a la que pertenecías. También ocurrió en la misma década en la "civilizada" Europa durante la guerra civil yugoslava. No creáis que esas cosas "hoy en día" ya no pueden ocurrir. 

9.- Realidad. El tener los derechos reconocidos no significa que sean reales en la práctica. Preguntad a las mujeres si realmente piensan que se les trata igual que a los hombres. Preguntad a los negros de Estados Unidos si no existe discriminación racial allí. Tener un derecho no significa que sea real. Para eso hace falta que la sociedad lo interiorice de verdad y que la igualdad no se cuestione en ningún ámbito. Aquí en España puedes leer continuamente casos de homofobia en bares de los que nos invitan a salir, colegios en los que padres homosexuales ven rechazados a su hijo por su condición sexual, puestos de trabajo en los que el acoso es moneda corriente... No, los derechos están concedidos, pero no asentados. Para eso aún faltan muchos años y seguir defendiéndolos, y el Orgullo es un recordatorio anual de que aquí seguimos y que seguimos luchando.

10.- También suelen argumentar que el orgullo se ha convertido en una fiesta en lugar de ser una reivindicación. Cada revolución o demanda de derechos civiles (y la de los homosexuales lo es) es hija de su tiempo. Durante la época de la reivindicación de los derechos de los negros en Estados Unidos también se dieron hechos festivos. En la conocida "Marcha sobre Washington" en la que Martin Luther King hizo el famoso discurso de "Yo tengo un sueño" y que ahora se conmemora, hubo un concierto antes de los discursos. Allí tocaron Bob Dylan o Joan Baez por ejemplo. ¿Deslitigima eso la jornada? Yo creo que no, y sin embargo algunos líderes de la propia comunidad negra dijeron que, al igual que hoy en día con el Orgullo, que ese tipo de actos no servían para nada y banalizaban la petición. De hecho, el propio Malcom X la bautizo como "la farsa sobre Washington". Y sin embargo ese día ha pasado a la historia como uno de los mejores actos realizados en favor de los derechos civiles. También hubo patrocinadores que aportaron su dinero ese día y con el que consiguieron fletar los trenes y autobuses para que gente de todo el país pudieran acudir. Como véis no hay tantas diferencias. Simplemente han pasado 50 años y la publicidad hoy en día es ya omnipresente. Hasta para una función escolar o evento deportivo infantil hay patrocinadores. 

 En los 70 Andrew Lloyd Webber creó su musical "Jesucristo Superstar" en el que un Judas presentador de televisión mostraba a Jesucristo como una estrella del rock. La figura del Che Guevara, símbolo de la revolución comunista cubana, es hoy en día uno de los mayores exponentes del márquetin capitalista. En la televisión habéis podido ver anuncios con la figura de Ghandi, el Dalai Lama o Simon Bolivar. Podría poner cientos de ejemplos de como lo festivo sirve como nexo de unión para aglutinar voluntades en pos de un ideal, pero sólo pondré uno más para que veáis que que lo lúdico no está reñido con lo reivindicativo. En la lucha de liberación de la mujer las reuniones de "Tuppersex" fueron un éxito precisamente por lo distendido del momento. Esta reuniones consiguieron acercar a miles de mujeres a un movimiento al que por su educación no habrían apoyado motu propio. Lo festivo une.

Si habéis llegado hasta aquí y todavía creéis que el Orgullo no es necesario celebrarlo, me gustaría saber vuestras razones.

Tal vez me convenzáis a mi.


domingo, 28 de julio de 2013

Orgullo 2013 (II)


Dentro de unas pocas horas me voy de vacaciones a descansar unos días de playa a la Costa Dorada. Ha sido un año muy largo y complicado en los que los períodos de estrés y agobios económicos me han mantenido un poco alejado del blog durante largas temporadas. Necesito estos días de descanso, de levantarme tarde sin pensar en el trabajo ni en las facturas; de sentarme en la playa una tarde con un libro hasta que el atardecer me sorprenda haciéndome cambiar el placer de la lectura, últimamente olvidado, por el espectáculo de los veleros bajo un sol rojo y el rumor de las olas empujadas por una brisa de sal y juventud; de reencontrarme con amigos de la infancia y saludarnos como si nos hubiésemos visto ayer a pesar de hacer un año de no vernos, de largas partidas de cartas y cervezas hasta la madrugada; y ¿por qué no? de conocer gente nueva que quizás sea parte en el futuro de mi vida.

Pero no quiero irme sin publicar la segunda entrega que prometí de las fotos del Orgullo de Madrid. Ya sólo es un recuerdo, pero cada rostro permanece en mi memoria como si lo estuviese viendo ahora mismo. Cada uno tiene una historia y sólo puedo imaginarla sin que, probablemente, llegue a conocerla nunca. Pero da igual, porque la imagen que quedará para mi de ese día es el de la alegría y las sonrisas; de sentir que los gays y los heteros tienen un camino común; de que un millón de personas se han lanzado a las calles a disfrutar ese día; de los niños que a hombros de sus padres ya ven con normalidad que dos hombres se besen o que dos mujeres se miren a los ojos y sonrían de felicidad.

Son recuerdos ya, pero es un futuro que ya es presente.



miércoles, 24 de julio de 2013

Orgullo 2013


Como ya anuncié en la última entrada, que escribí hace ya una eternidad, estuve durante las fiestas del Orgullo en Madrid. En realidad fueron dos semanas completas las que disfruté de la capital, con tres períodos muy distintos, pues los primeros cinco días los pasé trabajando, los siguientes cuatro (incluyendo el primer fin de semana) disfrutando de unos días de soltería en Chueca y los los últimos cinco en Vallecas con Tony.

Fueron muy variados y darían para varias entradas, pues pude disfrutar de la compañía de varios blogueros, algunos en activo como Pimpf y Driver GT (en estos momentos disfrutando de unos días en Alemania aprendiendo... la lengua) y otros ya, por desgracia, retirados como UT y Adrianos.
 
También fui al teatro a ver cinco obras diferentes de temática LGTB con desigual resultado y calidad pero que disfruté muchísimo, incluyendo la última en la que por coincidir casi en horario con el pregón del Orgullo sólo nos presentamos tres personas, Tony, yo y un tercer despistado. Hasta el último momento los actores dudaron si representar la obra para tan exiguo público, pero debo agradecerles que se impuso su profesionalidad y entusiasmo y la escenificaron sólo para nosotros. Me sentí como si fuéramos un público VIP. Pero no sólo la representaron, sino que improvisaron la puesta en escena y la comenzaron en el bar de la entrada en el que nos estábamos tomando unas cervezas, para continuarla luego en una sala interior del teatro y terminarla en el propio escenario del teatro. Fue algo diferente y que me gustó muchísimo. Desde aquí quiero agradecérselo de todo corazón. Por cierto, la obra se llamaba "Mis padres no lo saben", basada en un libro del mismo título que leí en mis comienzos como gay y de la que hablé no hace mucho en esta entrada.

También hubo otros momentos y experiencias nuevas que iré desgranando en futuras entradas, pero en esta (y la siguiente) me voy a centrar en el desfile que hubo el día 13. A estas alturas ya habréis visto miles de fotos publicadas, porque la cantidad de fotógrafos por metro cuadrado era inmensa, casi tantos como participantes. Así que entre las casi 600 fotos que hice me voy a centrar en unas pocas, en la gente y en los rostros de lo que vi aquel día. Espero que os gusten.