miércoles, 25 de mayo de 2011

Un viaje en autobus



 Samai me estaba esperando con sus mitones rosas en la puerta del hotel cuando salí con la mochila a la espalda. Con su moto, y saboreando mis últimos momentos en Phnom Penh, nos dirigimos a la estación de autobuses entre un tráfico menos denso de lo habitual. Una cacofonía de sonidos me inundó al llegar a la plaza mientras entre el gentío los autobuses se desparramaban por las calles laterales con destinos impronunciables gritados por conductores afónicos.

Tuve que esperar un rato a que un autobus atascado partiera y dejara sitio para que el mío tomara su lugar. Cinco horas me esperaban por delante antes de llegar a Siem Riep, donde se encuentran los templos de Angkor y el último destino de mi viaje. Me acomodé como pude en un autobús que poco a poco se iba llenando de gente local mientras observaba la animación creciente de la plaza. Junto a mi se sentó un hombre joven, de unos treinta años, que me sonrió con educación.

Saqué mi ebook y me puse a leer "El retrato de Dorian Gray" de Oscar Wilde. Lo había leído de niño pero permanecía brumoso en mi memoria y pensé que era el momento de rescatarlo del olvido. Pero no pude leer más de una decena de páginas antes de que mi compañero, intrigado por mi libro electrónico, iniciara tímidamente una conversación en inglés. Se lo mostré encantado y fue el comienzo de una charla que se prolongó durante horas.

Por desgracia he olvidado su nombre, pero se presentó como profesor de la Universidad de Siem Reap. Daba clases allí dos o tres días por semana y luego regresaba a Phnom Penh donde vivía con su familia. Le pregunté extrañado porque no se iba a vivir a Siem Riep si trabajaba allí y me explicó que no tenía dinero para hacerlo. Su salario era exiguo y no podía permitirse comprar una casa. Ahora vivía con su mujer y sus hijos en la de sus suegros, y aunque ahorraba lo que podía, su sueldo se iba en mantener a su familia y no le daba para mucho más.

La inevitable duda surgió a continuación y me preguntó por mi mujer. Con una sonrisa le expliqué que no estaba casado y se sorprendió un poco. Insistió en preguntar las razones de mi soltería y yo soslayé la cuestión con respuestas genéricas mientras cambiaba de tema.

Creía que no tendría que dar más explicaciones hasta que una hora más tarde volvió sobre el asunto. Por mi cabeza pasó la idea de decirle la verdad pero íbamos a compartir muchas horas de viaje y el tema de la homosexualidad podía no ser entendido correctamente, así que una vez más pasé de puntillas sobre la cuestión y encaminé la conversación hacia otro asunto menos inquietante. Pero por tercera vez regresó al tema al cabo de un rato. Y tras meditarlo unos segundos y mirarle a los ojos le dije que era porque me gustaban los hombres. Y contuve la respiración.

No sé exáctamente que pasó por su cabeza pues se calló unos momentos mientras asimilaba lo que le había dicho. El silencio se mantuvo poco más de un minuto y tras asentir con la cabeza seguimos hablando. Ese día el profesor descubrió que los homosexuales no eramos tan diferentes a él y yo di un pequeño paso más en mi vida al reconocerme como lo que soy frente a un extraño en un país donde la homosexualidad, aunque legal, sigue en los márgenes de la vida cotidiana.

Tras cinco horas de traqueteos y una parada donde llenar el estómago con un pho picante al fin llegamos a Siem Reap. Allí me despedí del profesor y lo vi partir con sus libros en la mano, saliendo de mi vida bajo una lluvia intensa que se llevó prejuicios y miedos.

Normalmente suelo buscar un sitio donde dormir cuando llego a mi destino, pero cuando puedo miro antes por internet algunos hoteles o pensiones para ahorrar tiempo, y después de mi experiencia con Xiao Hung en Saigón, casi una semana antes, se me ocurrió mirar si existían lugares gay friendly en Siemp Reap y encontré un hotel de ensueño: el Men´s.

Aunque era caro para lo que solía pagar habitualmente, no era más que lo que puede costar una pensión en el centro de Madrid. Y decidí matar dos pájaros de un tiro. Por un lado me había ganado unos días donde disfrutar de algún pequeño lujo, y la piscina al regresar de los templos sería un bálsamo para mis pies doloridos. Y por otro lado me llamaba la atención el ir a un hotel gay, pues no había estado nunca en uno y sería una experiencia nueva. Además pensar en un lugar donde no tener que esconderme si quedaba con alguien como tuve que hacer con Xiao Hung, me seducía enormemente. Así que reservé cinco noches y me dijeron que enviarían a alguien a buscarme a la estación de autobuses.

Tras despedirme del profesor busqué con la mirada hasta encontrar un cartel con mi nombre en manos de un conductor de Tuk-Tuk. Así conocí a Mr. Sai, de quien me haría amigo a lo largo de los días siguientes.

Su Tuk-Tuk llevaba en la parte trasera un gran anuncio del hotel con un cartel sugerente que no dejaba lugar a dudas el público al que estaba dirigido el establecimiento. Al principio no me hizo ninguna gracia pues era como ir diciéndole a todo el mundo "eh tu, mira, ese tío es gay", pero inmediatamente pensé "pues claro que lo soy, y no quiero ocultarme".

Y durante todo el camino hasta el hotel, bajo una lluvia preciosa, me sentí como un príncipe el día de su coronación.

lunes, 16 de mayo de 2011

Circuncisión


Circuncisión es una palabra que no es demasiado agradable de oir cuando uno ya ha sobrepasado la adolescencia. Es como el acné, que lo asocias a un época de tu vida y que cuando alcanzas el cuarto de siglo piensas que es algo del pasado. Si no lo tuviste agradeces el haberte librado, y si tuviste que lidar día a día con él minusvalorando tu autoestima, dejarlo en el pasado es un alivio mental y social.

Con la circuncisión ocurre lo mismo. Por razones religiosas a muchos niños se les practica la circuncisión siendo recién nacidos. Es discutible que se haga a edades tan tempranas, ya que en la mayoría de las veces no es necesario por razones médicas y además el niño no puede opinar a pesar de ser una mutilación irreversible. Pero la religión es fe, no ciencia.

Entre los que no se les realiza esta circuncisión religiosa existe también un porcentaje que se lo realiza cuando empieza a tener relaciones sexuales. Suelen ser casos de fimosis en los que la abertura del prepucio es demasiado estrecha para liberar el glande. Suele detectarse entre los 13 y los 25 años, dependiendo de su precocidad sexual y es necesario para poder tener relaciones sexuales completas. Los niños, tras vencer su vergüenza a revelar el problema o tras descubrirlo una revisión rutinaria, no les queda más remedio que acatar la decisión de los padres y someterse a la operación.

A partir de ahí ya los chicos respiramos aliviados de habernos evitado pasar por ese mal trago. O al menos así lo creía yo. Hasta hace poco más de un año.

Ya he contado en alguna ocasión que tuve relaciones sexuales con mujeres durante una época de mi vida. Por una parte la fogosidad juvenil requería de un desahogo y por otra la presión social de verte con mujeres hacía que te lanzases a aventuras sexuales innecesarias. Con los años estas fueron disminuyendo en cuanto a su periodicidad hasta prácticamente cesar. Yo lo achaqué a una asexualidad o misoginia. Estaba confuso y han sido necesarios muchos años para que descubriese la verdadera razón. En cualquier caso no tuve nunca problemas para "cumplir" y el fantasma de la circuncisión desapareció de mi mente.

Hace dos años tuve de nuevo relaciones sexuales. Pero esta vez con hombres. Y pronto me di cuenta de que tenía algunas pequeñas molestias. Al principio pensé que eran debido a una falta de práctica o a que la forma de tener sexo con varones no es estrictamente igual. Creí que desaparecerían con el tiempo pues yo no tenía fimosis de ningún tipo. Pero las molestias continuaron.

No es que me impidan tener sexo, pero sí que sufro de pequeños dolores al empezar que desaparecen una vez iniciada la penetración. Pero el problema se manifiesta realmente en las horas posteriores. Noto mi pene irritado y excesivamente sensible. Es como si me hubiese masturbado con papel de lija.

El primer susto lo tuve hace año y medio. Un domingo me levanté y me encontré con el prepucio totalmente inflamado, produciendo una fimosis temporal. Rápidamente me fui a urgencias y tras esperar casi una hora una uróloga de guardia me recibió. Debía de estar en prácticas porque no sabía que hacer. Me dijo que si no se podía liberar el glande habría que circuncidar. Le respondí que era un problema puntual y no de fimosis permanente y que prefería otra alternativa. Me dieron unos antibióticos y la inflamación bajó hasta desaparecer.

Olvidé totalmente el tema durante unos meses hasta que el problema se produjo de nuevo. Otra vez el prepucio totalmente inflamado. Esta vez directamente me tomé el antibiótico y en unas horas desapareció la hinchazón. Pero a partir de este momento creo que empece inconscientemente a tener un poco de miedo. Cada vez que tenía relaciones sexuales empezaba con mucho cuidado temiendo producir una irritación que me lo inflamase de nuevo. Y las molestias persistían.

Creo que poco a poco ha ido influyendo en mis relaciones sexuales y que me impide concentrarme plenamente en disfrutar. Lo hablé con Tony hace ya unos meses y me recomendó circuncidarme si las molestias persistían. Pero yo me resistía a dar el paso.

En marzo pasado decidí visitar a un urólogo y tras examinarme me dijo que él no veía ningún problema. Que con el pene en reposo todo está bien y que no me iba a examinar con el pene erecto. Me chocó mucho esa frase y pensé que su actitud era la de un bombero que hace un plan de incendios pero que si hay llamas no quiere acercarse. Pero me dijo que a pesar de estar todo bien si tenía molestias al practicar sexo la única solución es la circuncisión. Y acepté.

Firmé los papeles porque me dijo que probablemente no sería antes de junio y pensé que tendría tiempo para arrepentirme si quería. Han pasado dos meses y la fecha se acerca. Aún no me han llamado, así que podría ser dentro de una semana o dentro de dos meses, pero la verdad es que estoy un poco asustado. He estado leyendo sobre la operación y el postoperatorio y casi mejor que no lo hubiese hecho. Si la operación va bien los puntos me duraran entre una y dos semanas antes de caerse solos y luego tendré que estar un mes sin ningún tipo de relacion sexual hasta que todo cicatrice. Si todo va bien claro, porque he leido historias que aterrorizarían al más templado.

Le tengo una pequeña aversión a las agujas y aunque a fuerza de voluntad las soporto no son plato de mi gusto. Y pensar que me van a poner una anestesia justo "ahí" me pone enfermo. Me pongo a sudar sólo de pensarlo. Sé que es una tontería y que miles de personas pasan por esta operación diariamente y que es poco más que rutinaria, pero no puedo evitarlo. Me angustia.

Pero lo que más me fastidia es que la decisión de operarme la he tomado yo y no el médico. Se ha lavado las manos y ha delegado la decisión en mi. Y me entran las dudas ¿Y si me estoy equivocando y no se solucionan mis problemas? Habré pasado por un calvario innecesario que además no tiene vuelta atrás.

Voy a seguir adelante porque creo que es lo mejor.

Pero dudo.

Y tengo miedo.

jueves, 5 de mayo de 2011

Hoy te escribo a ti


Hoy te escribo a ti que me enviaste un mensaje el sábado porque querías conocerme. Hoy te escribo a ti que me dijiste que acababas de llegar a mi ciudad, que no conocías a nadie y que buscabas amigos. Hoy te escribo a ti, que me enviaste una foto para que supiera como eres porque no tienes ninguna puesta en tu perfil. Y yo te hice caso.

Hablamos, mensaje a mensaje, y me contaste que venías a trabajar durante un mes y querías conocer gente para no pasarlo solo. Dudé, porque tu foto no me dijo mucho, pero pensé que si yo fuese a una ciudad desconocida me gustaría que alguien quedara a tomar un café conmigo, que me echaran una mano, que me recibieran con los brazos abiertos. Te ofrecí vernos pero tu preferiste quedar otro día. El martes. Al atardecer. Al salir del trabajo.

Yo tenía cosas que hacer esa tarde pero pense que podría cambiarlas. Hay que hacer pequeños esfuerzos. Quedamos en la puerta de ese centro comercial que está tan lejos, en la otra punta de la ciudad. Pero tu vivias enfrente y te iba a ser más fácil quedar allí. Así no te perderías. Te di mi movil por si pasaba algo, para que pudiésemos hablar. Tu no lo hiciste.

Y el martes he estado yo allí, a las siete y media, como hablamos. En la puerta del centro comercial. La gente entraba y salía y yo miraba cada cara intentando reconocerte entre el gentío. No estaba seguro de reconocerte porque tu foto estaba tomada en un ángulo extraño, desde arriba, y eres más alto que yo. Nunca te iba a ver desde esa posición. Pero aún así miraba los rostros. Buscándote.

Un chico con la camiseta verde estaba esperando a alguien y yo miraba cada gesto de sus ojos e intentaba ver en su faz al chico de la foto. Pero a los cinco minutos se fue y yo me quedé dudando si eras tu. Igual no me habías reconocido. Pero tenías mi movil. No tenía porqué preocuparme. No debías ser tu.

La gente pasaba junto a mi lado sin cesar, uno tras otro. Y junto a ellos pasaba también el tiempo, los minutos, uno tras otro. Y tu no aparecías. Yo miraba la hora en el móvil pero esperando realmente ver una llamada para decirme que te retrasabas. Pero no lo hiciste.

Te esperé tres cuartos de hora. Cuarenta y cinco minutos viendo pasar caras sonrientes. Oyendo risas y conversaciones. Cada vez más cansado. Cada vez más defraudado. Cada vez más triste.

No sé si en algún momento tuviste intención de ir o sólo te has echado unas risas a mi costa pensando en la cara que se me quedaría al ver que no aparecías. No sé si estabás ahí escondido viendo cuanto aguantaba esperándote. No sé si has llegado a ir o no. O sí al verme no te apeteció conocerme y te diste media vuelta. No sé. Y no lo sé porque no me has dicho nada. Ni un mensaje, ni una llamada.

Hoy te escribo a ti que crees que puedes jugar con la gente. Hoy te escribo a ti que te has sentido un poco como los dioses jugando desde el Olimpo. Hoy te escribo a ti que probablemente estés todavía riéndote de mi. O peor, que una vez cumplido tu propósito ya ni te acuerdes de quien soy. Hoy te escribo a ti para decirte que ojala no te lo hagan nunca. Porque duele.

Mucho.

lunes, 2 de mayo de 2011

Multipremiado


Estaba dándole vueltas este fin de semana sobre que escribir hoy, porque hay muchos temas que quiero tratar y aún más ideas que me rondan por la cabeza. Me he mantenido esta semana un poco aislado, recluido, al margen de bodas reales que parecen remakes, clásicos futboleros del siglo (siglos de dos o tres días por lo que se ve) y aumentos del paro incontrolados. Y me levanto esta mañana y me encuentro con que han matado a Bin Laden. Así que imagino que el bombardeo (mediático) para estos días va a ser abrumador y yo mientras tanto intentaré seguir aislado del mundanal ruido y centrarme en mi propia vida, que ya se encargarán los demás de las grandes cuestiones.

Y mientras me ponía al día leyendo todos los blogs que tenía atrasados, me he dado cuenta de que el tema de hoy es ineludible, porque aún sin terminar de leer todos a los que estoy suscrito, ya me he encontrado con que me han concedido tres premios o menciones estos días. Y teniendo en cuenta que yo no soy demasiado prolífico como para escribir tantas entradas de agradecimiento he decidido juntarlas en un mismo texto.

Y vamos con el primero.


A principio de esta semana Andrés, más conocido como Observatorio Gay Granatense, alias OGG, desde su blog Homografía tuvo a bien el incluirme en su sección de Observando Blogs. Una selección de blogs que por una u otra razón le han llamado la atención lo suficiente como para quedarse en ellos. Los encontraréis de estilos muy variados, desde la poesía al humor pasando por los artísticos o los muy íntimos. Merece la pena echarle un vistazo a sus favoritos.

Y lo que escribió de mi fue:

Y hay que tener valor, en esta vida, para asumir ciertas situaciones a determinadas edades, de esta forma el umbral de los 40 años se nos presenta a todos como la cifra de la madurez del hombre, la mediana edad, la consecución de objetivos... y sin embargo hay personas a las que, como PARMENIO, esta edad supone el inicio de una vida completamente nueva y diferente, en la que primero ha tenido que tener el valor de descubrirse a sí mismo y no hacerse más daño, y luego ir reconquistando su terreno social (amigos, trabajo, familia) desde su nuevo yo...

¡Y todo eso, públicamente, de cara a la galería, ante la vista de todos, en su blog...!

Muchas gracias por tus bonitas palabras Andrés. Espero poder algún día decir que realmente he tenido el valor para cumplir todos esos objetivos y que no me he quedado a mitad de camino intentando lograr una quimera. Gracias por tu confianza y por incluirme en tu exquisita selección.



También el lunes pasado, y para empezar bien la semana, Thiago me concedió mi segundo premio. Un premio que viniendo de alguien que lee, escribe, comenta y participa en cientos de blogs es un lujo que se acuerde de ti a la hora de nombrar sólo cinco. ¡Y que cinco! Porque junto a mi ha incluido a pesos pesados (metafóricamente hablando claro) de la blogofera. Es un honor y un placer compartir este premio junto a JoaquinitoPez, un buscador de la belleza a través de todas las facetas. Romek Dubczek, escritor inagotable con una imaginación desbordante que nos sorprende con cada entrada. Theodore, que juega con las palabras y vive inmerso en un universo particular. Tan particular que estos días se encuentra en él descansando del universo real. Y por último ...but no least que dirían sus amigos internacionales, Adrianos, nuestro griego reconvertido en madrileño que cada vez que cuenta como disfrutó de un musical en Londres, de un concierto en Singapur o de una obra de teatro conceptual en Madrid me entran ganas de pedirle que me contrate como su Jean Passepartout particular.

Las condiciones del premio dicen que debo escoger a cinco blogueros a quienes darle esta distinción. Y mis elegidos son:

- G-boy por su blog Las crónicas de G-boy en las que nos cuenta desde sus pensamientos más íntimos hasta el más nímio detalle de su vida en una entrada diaria que se hace adictiva.

- Fran Frannao por su Blog de las ideas fugitivas donde encotraremos reflexiones sobre la vida y denuncias a la sociedad, pero también música y poesía, y que rápidamente se ha hecho un hueco en mi corazón.

- Pimpf y sus Pimpfiadas, el blog donde nunca y repito "nunca" se habla de temas personales ni política pero que analiza el día a día siempre aderezado con la socarronería gallega de un futuro presidente del gobierno.

- Alforte y su Mulholland World, un profesor y Dj siempre original en sus propuestas y que nos lleva a navegar entre las historias de su juventud y una mirada diferente a la realidad.

- Chris Ingrebrethsen y sus Muros de nubes, un noruego-malagueño que se hace el duro y responde con ironía pero que sin embargo tiene un corazón inmenso que compartir en cuanto le dejes una oportunidad.



El tercer premio me viene de la mano de Fran Frannao del Blog de las ideas Fugitivas y se llama Premio Primavera. Si el primero de los premios era ser incluido en un Hall de la fama y el segundo era un reconocimiento de que mi blog gustaba, en este tercer caso es un meme con dos condiciones que hay que cumplir. La primera es que  tengo que decir tres verdades y tres mentiras sobre mi. Así que allá voy.

Mis verdades:
- Tengo la manía de sentarme mal siempre. Por eso tengo la espalda siempre dolorida.
- Fui campeón de 110 y 400 metros vallas provincial y regional (ahora sería autonómico).
- Desde que tengo uso de razón me gustan los musicales pero bailo como un pato mareado.

Mis mentiras:
- Me encantan las tareas del hogar, limpiar, planchar, cocinar. Dedico todo mi tiempo libre a ellas.
- Cuando hago fotografías siempre procuro salir yo. Mi familia siempre se queja de que estoy en todas.
- Soy un melindroso comiendo. Si me sacas de un McDonalds moriría de inanición.

Y la segunda regla del meme es que tengo que pasárselo a diez blogueros, y los elegidos esta vez: Ut el de las estrellas, Davichini, Juancito, Alvaro Locx, Brekiaz, Z, Erbitxin, Pancho, Eline y Thiago.