viernes, 10 de mayo de 2013

Una vida de cine


No recuerdo cuando fue la primera vez que fui al cine pero no debía levantar más de dos palmos del suelo.

En los 70 mi padre era pluriempleado en Barcelona y cuando los dos necesitaban ausentarse a la vez nos compraban entradas para las sesiones dobles del cine del barrio. Eran cines muy baratos, de reestreno y sesión continua y no importaba cuando entrases porque las emitían en un bucle que a mi se me hacía infinito. Mi asombro por las imágenes hacía que me diese igual no contemplar el comienzo pues sabía que lo iba a ver después. El orden no era importante, las imágenes sí. Así viví aventuras en el ártico viendo "Estación Polar Cebra" y quise ser Espartaco, antes de conocer a Kubrick, con "Espartaco y los 10 gladiadores".

Pasé todo el verano del 76 en una playa de Tarragona sin atreverme a pasar del banco de arena que separaba la orilla de las aguas profundas, asustado de lo que esa oscuridad ocultaba. Mis padres, sin ser conscientes del impacto que iba a tener en mi, me llevaron unos días antes a ver el primer gran éxito de un director novel, "Tiburón". Quiso la casualidad que estando allí capturaron un pequeño tiburón extraviado que se había introducido en el puerto. Fue suficiente para que mis terrores infantiles se desbocaran durante todo el verano.

Fue yendo al cine como me enteré con 11 años que al día siguiente no iba a ir al colegio con mis amigos sino que me habían inscrito en uno nuevo en el que no conocía a nadie. La segunda vez en dos años. Un impacto que se mitigó al acudir al último estreno de James Bond "Moonraker". ¿Cómo no olvidar lo que iba a ocurrir el día siguiente viendo a Roger Moore luchando en la Estación Espacial y lanzando al malvado Drax al vacío? Aún tengo pesadillas con el personaje de Tiburón. Otra vez tiburón.

Con 13 años recibí uno de los mejores regalos que he tenido en mi vida, un carné gratuito para acudir a la filmoteca de mi ciudad. Pasé los siguiente 5 años de mi vida acudiendo a ella seis veces por semana y viendo todo tipo de películas. Allí descubrí que existía un cine más allá de Hollywood y me quedé fascinado por los Dreyer, Truffaut, Rossellini, Lang, Griffith o Bergman. Aún recuerdo como si fuera ayer lo que me sentí identificado con el Antoine Doinel de "Los 400 golpes" o como mis nudillos se quedaron blancos de apretar la butaca impactado por el sufrir de Edmund en "Alemania año cero".

Pero junto a esos clásicos también descubrí una de mis pasiones, los musicales. Aproveché mi pase para ver tres veces "West Side Story" y bailé en mi habitación como un loco imitando las acrobáticas danzas de los "Jets" y los "Sharks", los tiburones. Estaba predestinado. Pero recuerdo que el personaje que más me impresionó no fueron los de María o Tony, sino el de Riff, el jefe de los Jets, interpretado por un rubito que me cautivó desde el primer momento, Russ Tamblyn. ¿Un aviso de mi subconsciente de mi verdadera sexualidad? Tenía 15 años y aún tardaría otros 25 en atreverme a soñar en voz alta con él.

Quince años tenía también cuando toda España estaba frente al televisor viendo a la selección española de futbol buscar los 11 goles frente a Malta que necesitaba para clasificarse para la Eurocopa del 84. Tras el primer tiempo el resultado era de 3-1 y ahora necesitaban 12. Algo imposible. En ese momento llamó mi hermana y me propuso ir al cine a ver "Hair", un musical hippie, antimilitarista e irreverente que para un chico de esa edad, acostumbrado a los sermones católicos supuso un fuerte impacto. Canciones como "Sodomy" o "I got life" golpearon mi mente, todavía infantil, y me enseñaron un mundo diferente. España ganó y se clasificó. Yo no lo vi, pero no me he arrepentido nunca de haber ido al cine ese día.

Desde entonces he sido un asiduo a las salas de cine, yendo todas las semanas a ver una película hasta convertirlo en parte de mi vida. He descubierto obras maravillosas y me he equivocado muy pocas veces. He pagado religiosamente las entradas que han ido subiendo mucho más que el coste de la vida pero que yo consideraba dinero bien invertido. He soportado la reducción del tamaño de las salas y la disminución de las pantalla hasta convertirse en un remedo de la experiencia de antaño. He visto como empezaban a vender patatas, nachos y bocadillos en los bares del cine hasta convertir la asistencia al cine en una sinfonía de sonidos insufrible. He visto desaparecer el personal de los cines poco a poco hasta haber sólo un par de personas atendiendo media docena de salas. Desincronizarse la imagen del sonido y no haber nadie para arreglarlo. Me he desesperado para encontrar algo interesante que ver en una cartelera dominada cada vez más por los clónicos estrenos de Hollywood para adolescentes. Me he peleado con otros espectadores a los que les suena el móvil y que se ponen a hablar impidiendo oír la película ante la indiferencia de los trabajadores de los cines. Niños corriendo por la sala en películas para adultos a las que nunca debían haber entrado. Entradas que cuestan más compradas por internet a pesar de ahorrarles personal.

Pero lo que ha colmado la gota de mi paciencia fue encontrarme unas salas donde habían prescindido de las taquillas para encargarle el trabajo al personal del bar. Sólo había tres personas delante mío, pero pidiendo palomitas, bebidas, nachos, chuches y todo tipo de extras que hicieron que cuando me tocó el turno a mi la película ya había empezado. Me fui a casa sin entrar teniendo la sensación de haber perdido toda la tarde.

Y esa ha sido la última vez que he ido al cine.

Los dueños de las salas se quejan de que cada vez va menos gente al cine y lo achacan a la piratería. No señores, no. No es la piratería. Han echado de las salas poco a poco a la gente que le gustaba el cine, convirtiendo su negocio en guarderías y restaurantes. Ustedes ya no se dedican al negocio del cine, sino a ser una mera sección del centro comercial de turno. Han perdido su razón de ser, el de proveer de un momento mágico que nos maravillara y nos sumergiese en una historia asombrosa que durante dos horas nos hiciese olvidar la realidad. El de soñar otros mundos, otros lugares, otras personas. El de sentir.

Yo seguiré viendo cine y pagando por él, por supuesto, pero no será en sus salas. Ahora lo veo en mi casa a través de plataformas de pago, empezando a la hora que a mi me conviene, sin soportar niños, ni móviles, ni colas. Los olores a comida serán los que yo elija cada noche y con una posibilidad de elección de película mucho más extensa de lo que ustedes me puedan ofrecer nunca. Y por la cuarta parte de lo que les pagaba.

El cine a muerto. Viva el cine.


28 comentarios:

  1. No soy cinéfilo, nunca he tenido pasión por el cine. Soy de lo que, si tiene que ir al cine, va a pasárselo bien, a ver una comedia o algo que me entretenga un rato.

    Besos!!!

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    1. A mi me parece bien que existan las comedias Davichini, que el cine además de arte también es diversión, pero de lo que me quejo yo es de han hecho tantos "recortes" en el tamaño de salas, confortabilidad durante la película o los accesos, que al final han acabado con mis ganas de ir al cine, sea drama o comedia, de acción o de autor.

      Un beso (indisfrutable)

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  2. ¡Qué entrada más completita Parmenio! ¡te ha quedado de cine!
    Desde ese repaso cinematográfico infantil y juvenil en el que compartimos títulos como los estrenos Bond y Tiburón y en los que ir al cine era algo mágico, a la triste realidad de hoy en día que tan bien describes, esas impersonales multisalas en las que la magia se ha sustituido por uno nacho con queso y por la poca vergüenza de la mayoría de los poco espectadores.
    bsote

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    1. Me he tenido que contener para no alargar demasiado esta entrada Alforte, que entre películas que me habría gustado reseñar porque marcaron momentos de mi vida y otros extras como las supuestas salas "digitales", precios extras por "falso" 3D o asientos que vibran el texto se habría vuelto interminable ;)

      Antes ir al cine con esas pantallas gigantes y el respeto del público era un placer que no podías conseguir en otro sitio. Ahora obtienes más satisfacción en tu propia casa que acudiendo allí. Pero son incapaces de ver que su negocio es el cine, no vender palomitas, porque al final se quedarán sin uno ni otro.

      Un beso (porque cualquier otro tiempo fue mejor)

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  3. Mi primera vez fue en plena Mancha, en un cine de verano, y a ver La verbena de la Paloma con Concha Velasco y Vicente Parra.
    Luego hasta que me puse las gafas a los 13 el cine ni fu ni fa, pero después me desquité.
    Magnífica entrada sobre la situación actual de la falta de respeto al espectador o mejor dicho, consumidor que rige en la salas de cine, en las televisiones, prensa, editoriales etc. Lo malo es que seguimos tragando en lugar de afinar más en la selección. Ejemplo: cierta editorial carísima publica un libro que por ejemplo escribe Vesubio con cinco ortografías distintas ... en una página imagina lo que era el texto en conjunto. Sin embargo, la editorial sigue con la misma actitud, los mismos precios y las mismas ventas, con lo simple que es dejar de consumir su producto
    Nos pasa igual con las descargas de internet o las copias piratas: no se ven bien o no se oyen y sin embargo, la gente se da por satisfecha con haber pasado un par de horas intentando descifrar lo que ha pasado por su pantalla.
    Lo de las plataformas no siempre es accesible a todos. Especialmente ahora, pero sobre todo a mí me acobarda la grieta tecnológica: cada vez entiendo menos los aparatos y me lío más con los cables. Será que estoy mayor.

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    1. Lo de los cines de verano también lo he dejado fuera de mi ejercicio de nostalgia por lo mismo que le he dicho a Alforte, Joaquinitopez, por que era demasiado largo ya el texto y tampoco quiero que huyan los lectores jajaja, pero llegué a escribir un párrafo dedicado a ellos :)

      El caso que comentas tu de esa editorial es paradigmático y equivalente. Se creen que su producto se vende sólo porque no tienen competencia, pero maltratan al cliente tanto que está deseando huir de ellos en cuanto tengan alternativa. Le ha pasado al sector discográfico, le está pasando al de los libros y le pasará al de la exhibición del cine. Y fíjate que hablo de exhibición y no del cine en sí, que no se va a dejar de consumir, sino que se va a trasladar a los hogares.

      Si que existen los consumidores exigentes, y como yo, poco a poco dejarán de ir, dejando en las salas llenas de gente que les da igual lo que proyecten. Pero no se dan cuenta que esos consumidores restantes son volubles y de un día a otro desaparecen en pos de otra diversión, como los adolescentes que han dejado de comprar discos frente al consumo por internet. Los que eran rentables eran los que iban 40 veces al cine, son clientes fijos, como los que bajan al bar a tomarse un café todos los días. Esos son los que merece la pena conservar, no los esporádicos.

      Lo de las plataformas de pago ahora es más fácil de lo que parece. Un televisor con Smart TV, conexión a internet y una tarjeta de crédito y ya tienes acceso a tres o cuatro plataformas diferentes donde comprar películas. Es lo que he hecho yo. Y estoy encantado. Anímate :)

      Un beso (de futuro)

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  4. No sé que decirte, para mi no és lo mismo ver una peli en el ordenador o en la tele que en un buen cine. Aunque actualmente solo piso 3 salas de Barcelona, por un lado porque prefiero las pelis en VO y por el otro para evitar todo esos follones que tan bien has descrito... Y es que hay quien cree que se puede comportar en una sala de cine como lo hace viendo la tele en el salón de su casa... E incluso se atreven a comentar la peli en voz alta con sus compañeros.

    Un abrazo.

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    1. Estoy de acuerdo contigo Josep, en que no es lo mismo en casa que en el cine, pero cuando la visión en las salas se torna insoportable, la alternativa en casa puede ser de lo más satisfactoria.

      Yo también soy espectador de VO, pero en mi ciudad no existe o proyectan alguna con cuentagotas. Sólo Madrid y Barcelona disponen de salas con ese tipo de cine, en el resto de España no podemos acceder a ese lujo. Y en Barcelona iban a cerrar Cines Renoir si no recuerdo mal. Si te cerrasen esas tres salas a las que acudes, ¿no optarías por una solución como la mía?

      Un beso (en VOSE)

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  5. Uff...Las sesiones dobles... qué recuerdos, instantes de evasión y de magia en que los sueños cobraban cuerpo para el ser inquieto que yo era...ET, la guerra de las galaxias, Tiburón, la historia interminable, Grease... Cuántos títulos que dejaron su impronta en el niño creador que jugueteaba con la idea de hacer arte en cualquiera de sus facetas... Buena recopilación de instantes y emociones, la que nos propones para gritar tu denuncia ante la insensibilidad de todos hacia "el cine" y su maravilloso universo, venido a menos desde que la globalización lleva las riendas de todo y desde que "ir al cine" se asemeja más a pasar la tarde en la feria que a una fiesta de intimidad en el claroscuro de una sala llena de carisma donde poder abandonarse al encantamiento que ejerce la pantalla sobre las retinas ávidas de saborear buenas historias...Se acabó, han hecho que se acabe... Qué lástima, de verdad... Por cierto, Tiburón sigue inyectando su poder sobre mi psique... Cuando nado en alta mar, sólo veo la silueta de un Gran Blanco... Besotes forrados de celuloide.

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    1. Las sesiones dobles son un recuerdo de mi infancia que atesoro con todo el cariño del mundo Melvin. Un día desaparecieron para no volver más y nos dejaron huérfanos de sueños en sesión continua. Eran la mayoría de películas de serie B, pero eran una escuela fantástica en las que descubrir la mágia del cine y dejarnos enganchados para el resto de la vida. Pero se fueron para no volver :(

      Todos esos títulos que citas fueron hitos en mi vida que me hacían desear los estrenos con meses de antelación, no pudiendo calmar mi impaciencia ante el retraso con que llegaban a las salas españolas. Pero cada vez hay menos películas de esas y más estrenos clónicos, remakes, secuelas, o parte 33 de otras. Las mismas historias una y otra vez. El cine innovador y creativo ha dado paso al manufacturado en serie. Se ha pasado del arte a la cadena de montaje.

      Echaré de menos las salas, pero no echaré de menos el cine. Ese seguirá viviendo en mi salón.

      Y sí, Tiburón también está en mi retina cada vez que nado en aguas abiertas. No puedo evitarlo ;)

      Un beso (en 35 mm)

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  6. Sólo hay que recordar lo que duraban antes las películas en cartelera, y ver que ahora las hacen como churros y, o vas la semana del estreno, o ya no puedes verla.

    Yo no voy mucho, más que nada porque no he tenido buenas experiencias con la elección de la película. Sólo voy a gusto con un amigo que sabe elegir por mí.

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    1. Esa apreciación tuya es cierta Driver GT, y se me había pasado por alto. Antes no tenías problemas para ver una película porque era suficientemente buena para mantenerse en cartelera durante semanas. Ahora duran a veces una semana o dos como mucho porque en cuanto la gente las ve el boca a boca las hunde.

      Lo del amigo que elije por ti es la misma confianza que tiene Tony en mi. El era de cine comercial hasta que me conoció y el pobre asumió que ir al cine conmigo era ver algo más "alternativo". Ahora está encantado por todo el buen cine que está disfrutando :)

      Un beso (de calidad)

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  7. A mi Dios me habla en las películas, es nuestro contacto personal, adoro el cine.

    Cari yo recuerdo que Dumbo fue mi primer peli y lloré y lloré jujuju pobre Elefantito encadenado... y la última Startreek, en México hay gran oferta a muy buen precio aunque el 90% es Hollywod

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    1. Yo no tengo la suerte de que Dios me hable a través de través de la pantalla Alvaro, pero debo reconocer que alguna vez, al terminar la proyección pienso que he alcanzado el cielo.

      Dumbo probablemente fue una de las primeras películas que vi, pues las de Disney eran "obligatorias" para los niños jajaja, aunque no sé exáctamente cual fue la primera. Pero esos cuervos riéndose del pobre elefantito y esa pesadilla de elefantes rosas creo que no se me olvidará nunca :)

      Aquí el precio se ha disparado muy por encima del coste de la vida y también el 90% es Hollywood. Los que gustamos de otro tipo de cine prácticamente no encontramos ya nada que ver.

      Un beso (con la trompa)

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  8. Me ha encantado este paseo por tu experiencia con el cine. Lo del carné de la filmoteca me ha dejado maravillado, no sabía que existieran esas cosas. Ese "otro" cine del que hablas yo sólo lo he conocido en pantalla pequeña, pero en una sala de cine debe ser fabuloso. Mis primeros recuerdos del cine son de cines de barrio, con butacas de madera que crugían al mínimo movimiento, y sin aire acondicionado, incluso con cartones de huevos (tal cual, sin disimular) como aislante acústico. Pero para mí era como estar en otra dimensión, en el paraíso. Yo también pienso que, actualmente, el público interesado en ver cine está huyendo en desbandada. Yo me encontrado pisando, en esas lujosas salas actuales, y en medio de la oscuridad, sobre un suelo pegajoso de tan sucio (aunque en esto también son responsables los usuarios), o en verano te ponen el aire tan frío que te puedes pillar fácilmente un resfriado. Y con los precios de las entradas, por un poco más te puedes comprar el DVD, y lo ves todas las veces que quieras. La verdad es que se está descuidando al espectador, y ya mejor es quedarse en casa. Por cierto, "Tiburón" y su saga dejaron traumatizada a toda una generación, jeje. Besos (... poniendo a Dios por testigo).

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    1. El carné de la filmoteca me abrió a un mundo nuevo que no tenía ni idea de que existiese Roberto. Hasta ese momento prácticamente había visto únicamente películas de Hollywood y alguna que otra suelta en el viejo televisor en blanco y negro que teníamos. Ese carné me permitió disfrutar de incontables horas de buen cine "no americano" y descubrir que existían otra formas de contar las historias.

      Esos cines de madera y huevos son también parte de mi infancia jajaja, incluyendo las sesiones que los curas del colegio nos proyectaban con las escenas debídamente censuradas, por supuesto. Cuando eres niño todo te da igual y sólo abres los ojos maravillado ante las imágenes.

      Lo del suelo pegajoso, asientos sucios llenos de palomitas y bebidas refrescantes es un mal endémico actual de todas las salas de centros comerciales. Sólo limpian de un día para otro y las sesiones tardías son un cúmulo de desperdicios. Pero no creo sólo que sea culpa de los usuarios (que también)sino de los propietarios de las salas que venden esos productos a sabiendas de lo que ocurrirá dentro. Y les da igual. A mi no.

      Lo del precio es ya un escándalo directamente, pues se ha duplicado en los últimos diez años, cosa que aseguro que mi salario no. De hecho ha disminuido. Y eso sin contar los extras por película 3D, digital, o asientos preferentes... Pero tanto va el cántaro a la fuente...

      Veo que mi trauma infantil con Tiburón es más común de lo que pensaba jajaja. Habrá que crear una rama de la psiquiatría sólo para tratarlo ;)

      Un beso (para que no pases hambre)

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  9. El cine de barrio, la sesión doble, ha sido mi habitat natural durante la infancia y buena parte de mi adolescencia. Vivía en un barrio plagado de cines, mas que la Gran Vía, y algunos de ellos igual de grandes. Tienes razón en lo que cuentas sobre las salas de hoy pero yo resistiré hasta el último momento. Ver el cine en una sala es una experiencia muy diferente a verlo en el salón de tu casa. Por muy buena que sea la copia y el sonido.
    Además en casa no se liga.
    Estupenda entrada. quizá te interesen estas:
    www.generoful.blogspot.com.es/search/label/sesión contínua%2Frelatos

    un abrazo

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    1. Las sesiones dobles y de reestreno no sé porque han desaparecido de las salas Uno. Las nuevas generaciones no han tenido la oportunidad de descubrir joyas del cine en pantalla grande y se han tenido que conformar con verlas en el televisor salvo que fuesen tan raros como yo que acabaran en la filmoteca ;)

      He visto como las salas cerraban en la década de los 80 dando paso a los multicines de los centro comerciales. Y todos son iguales. La misma película la puedes ver en cuatro cines diferentes, pero la oferta de películas es inferior a lo que teníamos entonces.

      Te doy la razón en cuanto a que la experiencia de ver una película en la sala no es la misma que en casa. Ahora es peor. Porque con el del móvil a tu lado "whasappeando" y los adolescentes que han entrado equivocados y que incapaces de reconocer su error y salirse, aguntan toda la proyección sin parar de hablar, convierten la proyección en un infierno.

      Y quizás es que yo no he ligado nunca en el cine. Por falta de oportunidades o de interés, eso no estoy seguro. Creo que me perdí una parte de mi infancia.

      He leído las entradas que decías y me han hecho remontarme a mi juventud. Cuantos recuerdos leyéndo esos textos. He disfrutado mucho. Gracias por el apunte.

      Un beso (a ver si ligo)

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  10. La verdad que nosotros preferimos ver en video que ir al cine.
    Claro que a veces nos 'clavamos' con cada porquería...!!!
    Pero la mayoría de las veces vimos muy buenas películas.
    Además mi viejo es nuestro mayor asesor que nos hizo ver películas tan antiguas pero tan buenas, que las tenemos en el recuerdo...
    Besos!

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    1. Lo que me cuentas Lucky es un ejemplo de la mala política de los dueños de las salas. Han echado de los cines a los adultos que se pueden permitir el coste de la proyección fiándo todo a un cine sólo para jóvenes, sin darse cuenta de que estos "aprendían" a ir al cine de sus mayores. Han cortado la cadena de transmisión del amor al cine. Vuestra generación a aprendido a consumir películas en vídeo, ordenadores e incluso móviles, no en las salas. Ahora se desesperan pero han sido ellos sólos los que han matado su propio negocio.

      Por supuesto que hay películas buenas antiguas, como libros, cuadros o muebles. Pero a las nuevas generaciones no les han enseñado a amar del cine y muchos piensan que si es anterior a los 90 es que son "viejas" y aburridas. Craso error, pero de dificil solución. Tu has tenido la suerte de que a tu padre le gustaba el cine y te ha mostrado grandes películas para ver, pero muchos jóvenes seguirán ignorando esas joyas.

      Un beso (en blanco y negro)

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  11. Yo llevaba un tiempo sin ir al cine, no por el precio de las entradas, ni por que no hubiesen películas que no quería ver... es que no tenía con quién ir, y la última vez fue para ver a Almodóvar, D. me prometió que no pasarían 3 años y medio para volver al cine... le propuse La Mula... y ya me volvió a dar largas... jajaja. Eso si, he tenido desde pequeño un largo historial cinéfilo, desde que era un mocoso en un antiguo cine en el que trabajaba mi bisabuela, hasta que abrieron dos salas justo al lado de mi casa...

    Bicos ricos

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    1. Quizás es que yo sea el raro Pimpf, pero nunca he necesitado a nadie para ir al cine. Por supuesto que es más agradable poder ir acompañado y comentar la película después mientras te tomas unas cervezas, pero si no tenía con quien ir no me importaba ir sólo. Es una experiencia individual que se convierte en colectiva al terminar, como un libro, que lees en soledad pero que te gusta compartir al llegar a la última página.

      No dejes que D. te impida ir al cine si no quiere jajaja. Ve tu sólo o invítale a una sesión doble en casa con la promesa de un "extra" después. A eso no podrá negarse ;)

      Como me habría gustado tener familia en el cine. Anque en realidad la tuve, pues un tío mío fue director. Quise irme con él y dedicarme al cine pero mis padres consideraron que "no era serio". Perdí la oportunidad. Ahora sólo soy espectador.

      Un beso (por la familia)

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  12. Hola Parmenio, como estas? Es un placer volver a leerte.
    Despues de una larga ausencia, he regresado, pero mi blog no funciona bien y me he trasladado a otro en wordpress. Mi direccion es http://romekdubczek.wordpress.com
    espero verte por ahi :) un abrazo,

    Romek

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    1. Bienvenido de nuevo a la blogosfera Romek. Ha pasado mucho tiempo sin saber de ti y me alegro que hayas retomado la escritura. Yo ando con poco tiempo últimamente pero ya me pasaré a echarle un vistazo a tu nuevo blog.

      Un beso (de reencuentro)

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  13. Hola Parmenio! Soy Bautista de Argentina y abrí mi blog hace unos días! te invito a que te pases y lo leas! disfruto mucho tus artículos. Saludos!

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    1. Pues bienvenido a mi blog Bautista. Me alegro que te guste lo que escribo y espero que lo que haga en el futuro te siga interesando como para volver por aquí.

      Pasaré a echar un vistazo por tu blog en cuanto pueda.

      Un beso (de bienvenida)

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  14. El cine ha muerto, pero... No creerás, querido Parmenio, lo que está haciendo un "Quijote" uruguayo con un viejo cine al que tuve el placer de ir cuando era pequeño, porque quedaba cerca de mi casa.
    Recuerdo la vez que pasaban una película con Sandro, en el apogeo de su fama, y tuvimos que sentarnos en los escalones, porque ya no había butacas. Pero ahora, después de tantos años, llegó un soñador, y...
    Primero, la noticia de la reapertura:
    http://historico.elpais.com.uy/Suple/DS/09/04/12/sds_410221.asp

    Y actualmente, hace un poco más de un mes, lo que está haciendo para sobrevivir. Este hombre es uno de mis héroes:
    http://www.elpais.com.uy/informacion/el-grand-prix-no-se-vende-aunque-es-dura-la-pelea.html

    Un abrazo cinéfilo.

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    1. Queda poca gente así en el mundo Dany. Soñadores que se esfuerzan por poder cumplir ese deseo que tienen desde niños. Ojala hubiese más gente así en el negocio del cine, gente que crea en lo que está haciendo e intentando ofrecer la mejor experiencia posible a sus espectadores y clientes. Pero lo cierto es que son excepciones. El cine se ha convertido simplemente en un balance lleno de cifras del que se intenta extraer el mayor beneficio posible a costa de los sufridos espectadores. Esa asepsia es la que me ha llevado a huir de ellos y refugiarme en mi casa. Ojala hubiera por aquí algún Martín Damian que me devolviera la ilusión por regresar a esa magia de la que tanto disfruté.

      Un beso (nostálgico)

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