jueves, 14 de abril de 2011
Una tarde en Phnom Penh
Ya con mis chanclas recuperadas, agradecí a los miembros de seguridad del palacio su interés con una solemne inclinación que me devolvieron con una sonrisa cómplice. Muchos visitantes se pararon al ver como todos se inclinaban para despedirme. Imagino que pensaron que era una personalidad o un famoso de incógnito.
Junto al Salón del Trono se encuentra el anacrónico Pabellón de Hierro, una casa de campo de estilo francés regalada por el emperador francés Napoleón III al rey de Camboya y con la que los franceses quisieron alardear de las últimas técnicas de construcción y de los nuevos materiales como el hierro con el que ingenieros como Eiffel estaban experimentando. Lo único que no tuvieron en cuenta es que en un país en el que la temperatura media anual supera los 30º, una casa de hierro se convierte en una especie de horno de fundición inhabitable.
Recorrí el patio que rodea a la Pagoda de Plata bajo un sol abrasador. Un paseo cubierto al modo de peripatos griego rodea el recinto, y fue un pequeño refugio donde esconderme por un rato de los rayos del sol. Está decorado con unos fantásticos murales representando el Ramayana y la batalla de Lanka, y mientras recuperaba mi temperatura corporal pude disfrutar de los miles de detalles que los componen.
Alrededor de la Pagoda se levanta un jardín de estupas y plantas con formas de animales entre los que me encontré una maqueta del templo de Angkor Wat que me sirvió como aperitivo del original que vería un par de días después. Pero fue un pequeño oasis verde lo que me llamó la antención. Es el Phnom Mondap, una colina artificial de exhuberante vegetación en el que se conserva una huella de Buda. Allí un grupo de adolescentes se hacían fotos con poses provocativas que encandilasen a sus futuras conquistas. Sus risas contagiosas me hicieron sonreir mientras me sentaba a mirarles junto a un Buda de piedra.
En el pasillo de salida, entre tiendas de regalos, exposiciones de sillas de elefante y palanquines reales se encuentran unas reproducciones de casas tradicionales camboyanas con objetos cotidianos. En una de ellas, alejada totalmente del bullicio de los turistas, dos músicos tocaban una especie de xilófonos de metal y bambú. Me quedé un rato disfrutando de su música hasta que uno de ellos se levantó y se fue. El otro me miró y con una sonrisa me hizo gestos de que le acompañase con el xilófono vacío. Le dije que no sabía tocar pero insistió en que me sentase. Y lo hice.
Tomé las baquetas y me hizo repetir una serie de notas, y cuando comprobó satisfecho que las había memorizado me fue enseñando otras tres secuencias más hasta completar una pequeña melodía no demasiado compleja. Con un gesto me incitó a tocarlas todas consecutivas y cuando empecé, él a su vez comenzó a tocar otra melodía mucho más compleja que se imbricaba con la mía. Su melodía subía y bajaba, aceleraba y se detenía. Y sonreía cuando yo variaba la velocidad acompasando mi melodía a su velocidad.
Casi sin darme cuenta varios turistas se habían acercado a escucharnos y se sentaron a nuestro alrededor. Yo intentaba concentrarme en mi melodía mientras el músico elaboraba cada vez más su tema con variaciones complejas. Las risas de algunos de ellos al ver mis esfuerzos por seguir el ritmo me hicieron darme cuenta de que era el centro de un espectáculo y que me estaban sacando fotos una veintena de personas que se había congregado mientras tanto. Un turista japonés señaló la cámara que estaba en el suelo junto a mi y se ofreció a tomarme una foto con ella. Le dí permiso con un gesto y quedé así inmortalizado para diversión de mi familia.
Al terminar de tocar todo el público estalló en aplausos y bravos, los musicales dedicados a mi compañero y los jocosos destinados a mi persona. Fue un éxito sin precedentes. Una función irrepetible y para el recuerdo.
Fuera me esperaba Samai, mi conductor de los mitones de lana rosa, que volvió a colocarse parsimoniosamente a pesar de la asfixiante temperatura. Tomamos su moto y nos dirigimos al campo de exterminio de Choeung Ek. Está a unos 15 km de Phnom Phem y es una especie de pradera verde e idílica salpicada de árboles. Aquí, entre 1975 y 1978, bajo el régimen de los jemeres rojos de Pol Pot, fueron traídos 17000 detenidos que había sido antes torturados e interrogados en la prisión de Tuol Sleng.
De manera brutalmente eficiente un camión descargaba a los prisioneros junto a una cabaña donde los vigilantes guardaban las herramientas con que ejecutar a los recién llegados. La mayoría fueron apaleados hasta la muerte para ahorrase el coste de una bala. Sus cuerpos todavía atados y con los ojos vendados fueron encontrados en las fosas que salpican todo el campo. Nueve mil cuerpos fueron desenterrados de las fosas antes de que un tercio de ellas se dejasen sin exhumar. Sus craneos, ordenados por sexo y edad se pueden contemplar en una gran estupa con el interior de cristal que se levantó allí para recordarlos.
Paseando por entre las fosas abiertas aún se pueden ver restos de huesos desperdigados y jirones de ropa entre la tierra. Junto a una de ellas un gran arbol era utilizado para matar a los niños pequeños antes de arrojarlos a la fosa. Los agarraban de las piernas, los volteaban sobre ellos y golpeaban el arbol con todas sus fuerzas hasta destrozarles la cabeza. Ni los nazis fueron tran crueles.
Regresamos a Phnom Penh en silencio. Con la imagen de la matanza en mi cabeza. Al contemplar a la gente viviendo junto a la carretera pensaba que que otros antes que ellos tuvieron la mala suerte de vivir en la época equivocada. Quizá incluso fuesen descendientes. Probablemente.
Llegamos a Museo Nacional un poco antes del atardecer. Allí disfruté de una fantástica colección de escultura jemer que abarca todo el período clásico de Angkor y algunas piezas anteriores y posteriores. Pero además de las obras expuestas me encantó descubrir un patio interior abarrotado de visitantes del museo. Y la mayoría eran camboyanos, no turistas, que alrededor del lago central disfrutaban del frescor de las plantas y la tranquilidad de paraje rural.
El sol caía ya y no daba tiempo a ir al mercado ruso, el más pintoresco, así que me dirigí al mercado central, el Psar Thamei, un mercado de estilo art deco donde comprar recuerdos, joyas, relojes, monedas y ropa. Sobre todo ropa. Aquí se venden muchas de las marcas occidentales que se confeccionan en Camboya, pero su precio es muchísimo más barato que en Europa. Ya empezaban a cerrar los puestos cuando llegué, pero aún me dio tiempo para comprarme un par de camisetas y un cinturón tras un breve regateo con una simpática vendedora con la que compartí una coca-cola y unas croquetas de contenido indefinido. Durante toda la venta no dejó de meterme mano disimuladamente con la excusa de comprobar si me sentaba bien la ropa.
Antes de entrar me despedí de Samai y no pude evitar preguntarle por sus mitones rosas. Con una sonrisa se los quitó y me alargó sus manos. Eran suaves. Delicadas. "¿Ves?" me dijo, "son para evitar la contaminación". Le pagué y quedamos que vendría a buscarme al amanecer para ir a la estación de autobuses.
Era de noche cuando salí del mercado y poniendo a prueba mi sentido de la orientación decidí ir paseando hasta el paseo fluvial donde se encuentra la zona de turístas. Disfruté de un agradable paseo de media hora donde fui encontrándome a mucha gente a mi paso. Algunos se paraban al verme y otros me señalaban desde lejos. Imagino que no es normal ver un turista por esas zonas de la ciudad. Y menos de noche, a pie y paseando tranquilamente.
Cuando llegué al río descubri que había un mercado nocturno y en lugar de ir a la zona turística preferí quedarme allí y hacer como ellos. Compré algo de fruta y carne con verduras en un puesto y me senté en las grandes mantas que había en el suelo a cenar. El lugar estaba muy animado y me entretuve observando a la gente y paseando entre los cientos de puestos de ropa y joyería que abarrotados de gente joven llenaban el aire de risas y bullicio.
El cansancio de un día que había comenzado al amanecer hizo al fin mella en mi y regresé al hotel a pasar mis últimas horas en un Phnom Phen que habría merecido al menos un día más.
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vaya realmente disfruto tus relatos, y ni que decir de las fotos ^^
ResponderEliminarPues me alegro mucho Dany, porque intento reflejar como lo viví y las palabras se me quedan cortas. Menos mal que con las fotos algo se arregla :)
ResponderEliminarUn beso (que espero que te guste también)
Uppsss, me acabo de dar cuenta de que no eres el Dany de Uruguay sino Dany de México :) y no me suena haberte visto antes por aquí, así que bienvenido y espero que sigas disfrutando en el futuro como con esta entrada.
ResponderEliminarUn beso (de bienvenida)
tengo que decirte que para nada te has quedado corto, me ha encantado cómo has contado esta experiencia y claro, las fotos y como lo has contado.
ResponderEliminarUn besazo
Estupendo relato y maravilloso lugar. Muchos amarillos, naranjas y muy íntimo todo.
ResponderEliminarun besazo,
Romek
Muchas gracias Fran. Son tantas las cosas que me gustaría contaros que a veces alargo las entradas demasiado sin darme cuenta. Pero aún son más las historias que dejo fuera que las que cuento... con gran dolor de mi corazón.
ResponderEliminarUn beso (que voluntariamente alargaré)
pues gracias por la bienvenida aunque te leo regularmente desde diciembre, casi no comento pero igual disfruto mucho tus entradas.
ResponderEliminarLos naranjas y los amarillos son omnipresentes en el sudeste asiatico Romek. El naranja y azafrán de los monjes y el amarillo de los dorados y las luces nocturnas. Son una combinación que no me canso de admirar. Dan esa sensación que dices de intimidad y calidez.
ResponderEliminarUn beso (de colores)
Pues bienvenido seas con retroactividad Dany :) Me alegro de que te hayas animado a comentar. Prefiero que la gente disfrute con las entradas aunque no comente que el comentar por una obligación mal entendida. Cuando quieras volver a comentar aquí estaré. Supongo jajaja
ResponderEliminarUn beso (por estar ahí tanto tiempo)
Me he maravillado con las imágenes, pero como tengo una gran imaginación, el brutal relato de las torturas me ha entristecido, debe ser que estoy algo susceptible, pero bueh... por un instante imaginé que viajaba contigo y me olvidé de mis complicaciones jejejeje. Cariños Parmemio y gracias por estar, a la distancia, pero estar.
ResponderEliminarUn beso (de soltero, es el primero que doy jajaja).
Sí que ha quedado un poco crudo el relato de las torturas G-boy, pero no quería dulcificar las barbaridades que cometieron los jemeres rojos durante esos años. Espero no causarte pesadillas.
ResponderEliminarSabes que puedes viajar conmigo siempre que quieras, que eres un compañero de viaje que no molesta :) Mis recuerdos están abiertos para que llenes tu cabeza con ellos y te distraigas estos días de adaptación. Aquí estoy para lo que necesites, ya lo sabes.
Un beso (que cubre cualquier distancia)
Veo que Samai ha sido todo un descubrimiento, aunque a mí me resulta curioso el color de los colores porque el rosa no tiene término medio: o es demasiado romántico o es demasiado choni.
ResponderEliminarBesos (a todo color).
Samai era todo un personaje Chris. Su mitones rosas eran de un rosa casi fosforito, al estilo de las lolitas cosplay ;) Captaron mi atención desde el primer momento.
ResponderEliminarPor desgracia no tengo ninguna foto de él. ¿Cómo es que no me di cuenta? Pues no lo sé. Quizá porque esos días me sentía libre y no pensaba demasiado.
Un beso (por tu regreso)
Supongo que la tercera foto es la Pagoda de Plata erigida por mis fieles en aquel país, para adorarme y leer mi blog en perfecta comunión? jaja
ResponderEliminarCari, a mi me tienes que explicar tu fascinación por los campos de exterminio... Es la tercera vez que te leo una visita a uno. Claro, supongo que en Camboya será una de las cosas mas visitada, pero no entiendo tanta obasesión por el tema.
En fin, que como sigas unos dias mas en Phnom Penh acabas mas famoso que Madonna, jaja.
Bezos.
Efectivamente Thiago, en la tercera foto aparece la Pagoda de Plata, pero no es lo que se ve en primer plano, que es una estupa, sino el edificio blanco y con tejado naranja que está inmediatamente detrás. Y ve a decirle al Rey camboyano que te llevas las baldosas de plata porque eres Thiago y son tuyas jajaja
ResponderEliminarY no es que tenga fascinación por los campos de exterminio, sino que intento comprender la historia de los pueblos que visito. Y tanto Auschwitz para los polacos como Tuol Sleng o Choeung Ek para los camboyanos es una pieza vital para comprender su caracter actual.
El ejemplo más fácil lo tienes aquí. Han pasado 70 años del final de la guerra civil y sin embargo sigue presente en la política, la organización territorial o la judicatura sin ir más lejos. No puedes entender la España actual sin entender la Guerra Civil. Para ellos es igual. Y para intentar comprenderlos visito esos lugares, para sentir como ellos y para intentar ver las cosas desde su punto de vista.
Pero no es lo único. También como como ellos o paseo por sus mercados. Si puedo me sumo a sus fiestas y cuando es posible converso con ellos. Es un conjunto y no se puede obviar un elemento tan importante sólo porque sea más o menos desagradable.
Llevo ya cuatro entradas para explicar lo que hice allí y eso que sólo estuve día y medio. Creo que Turismo de Camboya me debería dar un premio jajaja
Un beso (que se alaaaaaaaargaaaaaaaa)
Ahm, Parmenio, hacía tiempo que no nos ilustrabas con tu visita a esos paises orientales, chuchi. Por lo que veo, y porque te conozco algo, la verdad, pasarías inadvertido entre tanto camboyano o vietnamita, que forma de camaleonear entre ellos... aunque te cueste seguir las notas, o tus chanclas te delaten...
ResponderEliminarbicos Ricos
Vaya viajecito que te has pegado. Creo que en una ocasión te lo he comentado, pero viajar así como tu, fuera de todo circuito turistico, me parece una genialidad, porque de verdad conoces el país que visitas, y en esos puede ser un peligro hacerlo, pero bueno, quizas no es tanto como parece.
ResponderEliminarLo de los campos de exterminio me ha dejado impactado. No hay ser más cruel contra el hombre que el propio hombre.
Un beso
Dosifico las entradas sobre viajes para no aburriros Pimpf, que sino acabaríais hasta las narices de tanta historieta de viajecito de abuelo cebolleta ;)
ResponderEliminarMe gusta mezclarme entre ellos pero efectivamente las chanclas me delatan. La mayoría van con zapatos y calcetines (a pesar del calor asfixiante). Aquí soñamos con quitárnoslos y ellos con ponérselos.
Y las artes no son lo mío, pero la verdad es que salí muy dignamente de mi compromiso y conseguí no equivocarme con las notas. Si hasta tuve que saludar y todo jajaja
Un beso (de camaleón)
A mi me encanta viajar por libre Kotei. No podría viajar encorsetado en un tour cerrado en el que me llevasen con los tiempos medidos y las comidas acordadas. Yo lo que quiero es descubrir y disfrutar el mundo real, no sólo el perfecto marco creado para los turistas. Y a pesar de ello, en muchos sitios no puedes evitarlo, pues tu aspecto te delata.
ResponderEliminarNo te creas que es tan peligroso viajar así. Tiene sus riesgos, por supuesto, pero si sabes adaptarte y no tienes miedo a las incomodidades y problemas que puedan surgir la sensación de libertad es maravillosa. El riesgo es el precio que hay que pagar.
El genocidio camboyano fue de los más crueles que ha habido, pero como fue en un país pequeño asiático parece que ha pasado más desapercibido. Pero ellos no lo pueden olvidar.
Un beso (libre como el viento)
Uno se siente transportado a ese país leyendo tu narración. Por lo que narra de Pol Pot parece que fue un de los personajes más sanguinarios de la historia. Personalmente me subleva esa saña innecesaria en esas ejecuciones masivas. Aunque de hecho era tan innecesaria como las ejecuciones en si mismas. Alguna vez leí que el humano es el único animal que mata a sus congéneres de forma gratuita, aunque no lo he corroborado y puede que no sea estrictamente cierto.
ResponderEliminarCreo que ya te dije que me estás despertando el gusanillo de pasearme por Indochina.
Un abrazo.
Pol Pot realmente fue de los líderes más sanguinarios que ha habido Peace-for-ever.
ResponderEliminarDurante los cuatro años que duró su régimen murieron casi dos millones de personas, prácticamente la cuarta parte de la población camboyana. Desató una campaña en busca de "el enemigo interior" que permitió que casi cualquier persona pudiese ser tratada como enenmiga del estado.
Siempre negó su conocimiento de estos hechos, pero un genocidio así no se puede realizar sin el conocimiento del lider de una revolución.
Indochina es una zona que enamora por la sonrisa de sus gentes. Deja que ese gusanillo se despierte del todo :)
Un beso (a tu instinto viajero)
Menudo recorrido: el cielo a un paso del infierno, y en el mismo día. Quizás sus habitantes lo vean como algo corriente, pero a mí esta arquitectura me parece sublime, de una belleza extraordinaria. Y menuda "encerrona" la del señor del xilófono, yo me hubiera muerto de la vergüenza (jajajá). También me asombra cómo un país ha logrado salir de aquella interminable pesadilla en el que pareció estar sumido durante años. Besos.
ResponderEliminarParme ya me vo como Lara Carawford (la Jolie) visitando todos esos lugares.... Wao nos transportas.
ResponderEliminarAunque lo del Pol Pot parece ya muy lejano Rober, en realidad no lo es. Murió no hace ni quince años y actualmente un tribunal internacional está intentando juzgar a los miembros del régimen. Así que ellos, aunque no hablen mucho sobre el tema sí que lo tienen presente.
ResponderEliminarFue un día muy completo y divertido. Y eso que me he saltado algunas anecdotas para no hacerlo aún más largo, como la del chico ese que... jejeje
Lo del xilófono fue una experiencia asombrosa. Yo hace años ni se me habría ocurrido sentarme, que era también muy vergonzoso, pero ahora pienso que pueden ser situaciones únicas y que hay que vivirlas. Aunque luego me tiren tomates :)
Un beso (do-mi-fa-sol)
Pues si esto te recuerda a Lara Croft ya verás cuando ponga las fotos de los templos de Angkor Alvaro, que eso sí es un sitio que hay que conocer en esta vida.
ResponderEliminarMe alegra que paseéis conmigo por todos estos sitios y los viváis al menos un poco como yo lo hice.
Un beso (aventurero)
Vaya, se te ha olvidado publicar la mejor foto, esa donde estás tocando el xilófono....jeje.
ResponderEliminarLa verdad es que aburrirte lo que se dice aburrirte en tus viajes no lo haces, eh?
Me encantó el relato.
Un beso
UT
Anda, es verdad Ut, se me ha olvidado publicar "esa" foto jajaja
ResponderEliminar¿Cómo me voy a aburrir con ese mundo tan grande que hay ahí fuera esperando a que lo exprima y lo saboree? ¿Cómo aburrirme con tanta gente que merece la pena conocer? ¿Cómo aburrirme con tantas cosas todavía por hacer? No, no me aburro cuando viajo. Me aburro aquí :)
Un beso (olvidadizo)
He leído que el hombre es el único animal que mata porque sí. Creo que sólo en los chimpancés (tan parecidos a nosotros) se dan casos de asesinato, aunque no es común. Lo de Camboya fue una "limpieza", prácticamente desaparecieron los intelectuales. Es decir, los peligrosos.
ResponderEliminarProhibido pensar.
Bueno, como hacés una referencia a la guerra civil española, me hiciste acordar de algo. A mediados de los 80's yo trabajaba en una oficina donde se atendía a gran cantidad de público. Un día, dos personas que no se conocían entre sí, comenzaron a conversar mientras esperaban. Resultó que los dos eran españoles, pero pronto descubrieron que pertenecían a bandos distintos de aquella vieja guerra. Empezaron a discutir con tanto fervor que al final hubo que separarlos para que no pasara a mayores. Son cosas que pasaron hace tantos años, pero las heridas no cierran.
Gracias por seguir compartiendo con nosotros tu viaje mágico.
Creo que es la tercera vez que paso por aquí y leo un post a propósito de un campo de exterminio. Esos monumentos al dolor deberían hacerme recapacitar sobre el peso de mis mínimas desgracias personales,( las cuales tu ya conoces porque pasaste por ahí ;) ) pero en lugar de eso mis pequeñas historias de "amor" con las cosas que conforman mi diminuto universo me resultan aún más cálidas y más dignas de considerar, y de abrazar, porque cuando leo estos episodios tan terribles pues son los detalles en los que me tengo que quedar para mantener mi fe en el ser humano, en su bondad y en sus sentimientos. El mensaje es "no olvidar", ¿verdad? para tratar de no recaer en los errores cometidos, pero la moraleja final no hace que el trago sea menos amargo.
ResponderEliminarUn beso con sabor a...esperanza, creo.
La limpieza que llevó a cabo Pol Pot en Camboya fue fruto de una idea preconcebida perversa, Dany. Como las élites intelectuales no se habían opuesto a la influencia colonial los consideró dañinos y por tanto "erradicables". Y llevar gafas te convertía en intelectual. Pero eso a su vez le llevó a pensar que el mundo rural era más puro y por tanto pensó que los urbanitas eran también "culpables". Así empezó a evacuar las ciudades a la vez que eliminaba a los que se atrevían a disentir. Para justificar la existencia de esos enemigos interiores tuvo que crear los exteriores, lo que le llevó a enfrentarse a Vietnam, su antiguo aliado. Pero no midió bien sus fuerzas y supuso su caída final. Fue un sistema tan insostenible que se acabó devorando a si mismo.
ResponderEliminarEsa anécdota que cuentas de la Guerra Civil Española se podría dar de nuevo, aunque hayan pasado 25 años más y los protagonistas no luchasen en la guerra. La mejor definición de esa división la firmó machado con un poema que decía:
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Hace 75 años que escribió esto y por desgracia no ha cambiado.
Gracias a ti, Dany, por venir a viajar conmigo.
Un beso (sin fronteras)
Espero que no hayas leído sólo los post sobre campos de exterminio Un-angel, que con que Thiago me considere un raro, extraño y morboso por escribir sobre ellos ya me vale, que sólo han sido tres de noventa jajaja
ResponderEliminarNo minusvalores tus desgracias porque haya otras más universales. Si tu no tuvieses para comer te daría igual si hubiese leyes contra el amianto o no, por ejemplo. Cada uno vivimos nuestras vidas y tenemos nuestras penas, y para cada uno las
suyas son tan importantes o más que las que afectan a todos. Nos aferramos a lo cercano para poder luego tener fuerzas para luchar por los grandes temas. El mensaje es, efectivamente, no olvidar. Pero no por las victimas, por las que poco podemos hacer ya, sino para que no se repita y haya en el futuro nuevos afectados.
Pero tampoco eso debe amargarnos la vida. La esperanza siempre está ahí para alegrarnos.
Un beso (y una caricia)
Tenés el don que cuando te leo, me siento transportado a los lugares que visitás! Este viaje es fantástico, no tiene desperdicio! Las imágenes son maravillosas (hay una espeluznante!).-
ResponderEliminarBESOTES QUERIDO PARMENIO Y A DISFRUTAR DEL DOMINGO!!
Si te sientes transportado a los lugares de los que hablo Stanley, entonces igual debería pensar en fundar una compañía de teletransportación. Sería la compañía de viajes de bajo coste "Parmenio´s travel: low blog cost" :)
ResponderEliminarMe encanta que podáis ver, aunque sea a través de mis ojos, esos sitios tan maravillosos que a mi me cautivaron. Y que conozcáis a esas personas que conocí y que hicieron que resultase inolvidable.
Un beso (viajero)
Lo de Camboya fue alucinante. Es que fue terrible, trágico, sobrecogedor, inhumano y bestial, pero también tan absurdo, tan genuinamente imbécil en los planteamientos, que al final la historia te deja boquiabierto. Que alguien decida hacer una revolución del pueblo y cargarse a los intelectuales es flipante; que cuando se le acaban los intelectuales pase por las armas a los que saben leer, ya es algo de otro mundo; que cuando ya no queda nadie que sepa escribir su nombre, se carguen a los que llevan gafas, es ya roza el no va más. Tengo un amigo camboyano que vivió el horror completo y cuando cuenta historias hasta él mismo a veces se sorprende de hasta donde pudo llegar la crueldad absurda de aquel régimen.
ResponderEliminarYo cuanto más leo sobre ese régimen Ronronia, más me sorprendo de como pudo mantenerse y crecer durante tanto tiempo. Cada vez que acababan con un sector de la población empezan con otro. Esa búsqueda de "traidores" no tenía fin porque la paranoia de sus dirigentes les hacia ver enemigos en todos los que no fuesen ellos mismos.
ResponderEliminarSi no hubiesen cometido el error de intentar involucrar a los camboyanos que vivían al sur de Vietnam, estos no habrían intervenido y el régimen habría seguido aniquilando a la población durante unos años más, supongo que hasta que una población hambrienta y esquilmada se levantase contra un régimen que se devoraba a si mismo.
Al igual que tu amigo camboyano, las historias que a mi me contaron te dejan con la boca abierta. Si las viese en una película no me lo creería y pensaría que el guionista se ha excedido. Por desgracia fue todo real.
Un beso (por tu regreso)
Estupendo este paseo por la cultura, la incultura, el horror y la comedia (no dejes de xilofón) con todo el arte del mundo.
ResponderEliminarUn abrazo
excelentes fotos,
ResponderEliminarMuchas gracias Uno, al estilo clásico toco todos los géneros y dejo que las musas jueguen conmigo. Lastima que no haya "musos". A ellos sí que les iba a sacar "música" ;)
ResponderEliminarUn beso (multidisciplinar)
Muchas gracias Damian. Me alegro mucho de verte de nuevo por aquí y que te gusten las fotos. No son las mejores pero si las más ilustrativas.
ResponderEliminarUn beso (fotoinformativo)
Oh Parmeeeeee*_* antes de leerme tu post y maravillarme con las fotos, GRACIAS por el premio del pasado post!!!GRACIAS *___*
ResponderEliminaruuuh!! XD que bonitas fotos, pero yo queria ver tu foto ahi tocando esa cosa XD jaja, que divertido :D. Me ha encantado todo todo *_*
ResponderEliminarbesos grandess
Gracias a ti Brekiaz, por tu alegría, iniciativas y sonrisas. ¿Cómo ibas a faltar en una lista tan exclusiva? jajaja
ResponderEliminarLo de pedirme que muestre la foto tocando-me esa "cosa" ha quedado muy picarón jejeje, pero creo que de momento no pienso publicarla. Y tocando el xilofón tampoco ;)
Un beso (pornográfico)
JAJAJAJA cierto! ahora qe lo leo ajajaja xD
ResponderEliminarPero no te preocupes Breki, que cuando convierta el blog en porno serás la primera en saberl jajaja
ResponderEliminarUn beso (censurado)
que lugar tan alucinante... y te veo bailando al compas de la musica que viaje¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarBailando no Juancito, que soy un pato mareado cuando me muevo jajaja. Me conformo con intentar hacer algo de música que parace que con eso la gente es mas condescendiente :)
ResponderEliminarUn beso (sin moverme)