domingo, 26 de junio de 2011

Descubriendo Angkor (2ª parte)


Abandoné el Bayon a través de una pradera verde y amarilla y crucé la Terrazas de los Elefantes, la inmensa explanada donde se realizaban los grandes desfiles y las ceremonias públicas. Ya no existen los pabellones de madera que la flanqueaban y sólo algunos edificios en piedra han sobrevivido al tiempo, pero no pude dejar de imaginar a los ejércitos desfilando bajo la atenta mirada del rey y los mandarines, protegiéndose del sol bajo sombrillas de oro y viendo pasar a los carros de combate y los elefantes en una alarde de pompa y boato que mostrase al mundo el poderío del imperio jemer.

Y llegué al templo de Ta Prohm. Este templo es singular porque se ha dejado como muestra de como encontraron el complejo los franceses cuando llegaron a Angkor. No ha sido restaurado y la jungla tomó al asaltó sus torres y muros convirtiéndolo en una mezcla de perfecta simbiosis entre la vegetación y la piedra. Sus pasillos estrechos están llenos de recovecos angostos y pasajes bloqueados por derrumbes de hace siglos. Y la sombra de los árboles le confiere una frescura casi única entre los templos quemados por el sol. Mi guía una vez más se quedó fuera esperándome, pero ahora casi se lo agradecí, pues me permitió disfrutar del silencio de las ruinas a mi antojo. 

Eran las dos de la tarde y mi "supuesto" guía decidió que ya era hora de volvernos al hotel. Yo le dije que no, que iba a estar hasta el anochecer visitando los templos y que quería ver el atardecer sobre la jungla. Me dijo que eso lo podía hacer otro día y que éste lo mejor que podíamos hacer era volvernos al hotel. Y ahí estallé. Le dije que no pensaba irme y que era una vergüenza la visita que me había hecho. Qué había aprendido más escuchando a otros guías que pasaban por allí que lo que él me había contado y que de ninguna forma me iba a volver cuando él quisiese, que se fuera si quería pero que yo me quedaba. Me respondió que no tenía forma de volver y que le llevase al hotel y luego volviese. Su cinismo me exasperó. Le di dos opciones, o esperar a que volviese yo o buscarse la vida con otro conductor para volverse. Ni intentó hablar con nadie. Se sentó en el Tuk-Tuk y permaneció en silencio bajo la atenta mirada de mi conductor que nos observaba con los ojos atónitos y que no había entendido nada de nuestra discusión pues había sido en español.

Dediqué la tarde a visitar otros templos menores pero cercanos y que tenían su encanto, como el Ta keo con sus terrazas, sus enormes escalinatas y sus torres coronándolo, o el Ta Nei, invadido por la jungla como el Ta Prohm pero a pequeña escala. Visité también los gemelos Chau Say Tevoda y Thommanon, muy sencillos pero interesantes y que les hacía merecedores de que se les hiciera una breve visita.

En el Ta Keo me encontré con Carlos, un canario que como yo, viajaba sólo y que sufría de vértigo. Cada vez que veía un templo con sus empinadas escalinatas se ponía enfermo y sudaba más aún si cabe. A pesar de ello consiguió subir hasta la última terraza y disfrutar del paisaje. Estuve un rato hablando con él y me recomendó subir la colina del templo Phnom Bakheng para admirar la puesta de sol desde lo alto. Y hacía allí me encaminé.

El calor concentrado de todo el día y una humedad altísima hizo que la ascensión a la cima de la colina, a pesar de ser un camino sin ninguna dificultad se convirtiese en una tortura térmica. Cuando al fin llegué arriba, descubrí que el templo en si no merecía mucho la pena la visita. Estaba bastante en ruinas y no tenía demasiado encanto, pero a pesar de ello trepé por sus escaleras, particularmente empinadas y me encontré en una gran plataforma con unas pocas torres supervivientes al paso del tiempo. La jungla se extendía todo alrededor hasta el horizonte y de ella brotaban los templos surgiendo entre sus copas como oasis de civilización.

Había ya bastante gente que había ido con tiempo para coger un buen sitio para ver el ocaso. Paseé por la plataforma haciendo tiempo a que atardeciera y poco a poco la plataforma se fue llenando de gente atraída por el reclamo de las vistas. Me senté en los restos de una columna y mientras preparaba la cámara conocí a Carmen y María, dos granadinas viajeras y alegres con las que conversé hasta que el sol empezó a declinar. Un sol rojo y potente que iluminó todo de una luz anaranjada y que al contraste con el verde de la jungla hizo exclamar expresiones de admiración repetidas. A lo lejos Angkor Wat enrojeció y se fundió poco a poco en sombras.

Una lluvia fina empezó a caer cuando el sol aún no se había puesto y la gente entre risas por la sorpresa empezó a sacar paraguas y chubasqueros mientras intentaban proteger los cientos de cámaras de fotos que sin parar fotografiaban el ocaso. Un arco iris apareció entonces en el cielo. Un arco iris precioso que hizo que la atención de la gente se desviase un momento del sol para admirarlo. Era como si el cielo celebrase el orgullo gay conmigo en ese recóndito lugar del mundo. Y me sentí feliz.

Y entonces estalló la tormenta.

Un aguacero de proporciones bíblicas descargó con todas su fuerza sobre la montaña y todo el mundo se lanzó sobre las escalinatas para intentar salir de allí. Las empinadas escaleras, ya complicadas de subir cuando estaban secas se convirtieron en un embudo con la gente intentando bajarlas a toda prisa. Muchas personas mayores que habían subido la colina en elefante tenían verdaderos problemas para descender por los resbaladizos escalones y pensé que si la gente seguía empujando podría haber una avalancha que hiciese caer al vacío a decenas de personas. Intenté bajar lo más rápido que pude para evitar esa trampa mortal y empecé a descender la montaña.

Tras ocultarse el sol el camino se encontraba en una oscuridad casi completa. La rapidez con la que desapareció la luz me cogió por sorpresa y empecé a descender a ciegas. Me guiaba por los sonidos de la gente que me precedía y por las luces de los flashes de las cámaras que la gente disparaba intentando obtener algo de luz. La lluvia seguía cayendo y el camino se había convertido en un barrizal impracticable. Mis pies chapoteaban a oscuras entre el barro y las piedras intentando no perder el equilibrio mientras a mi espalda oí como una mujer tropezaba y caía rodando al suelo gritando con sorpresa. La cacofonía de sonidos en la oscuridad me hizo pensar en lo desvalidos que somos los humanos cuando la naturaleza se desata.

Al fin llegué al pie la colina y busqué entre la luz mortecina que aún quedaba a mi conductor. Pero allí había cientos de tuk-tuks esperando a los que descendían. No veía las caras de los conductores a más de un metro y empecé a buscar al mío. La única forma de encontrarlo era rodear los vehículos por detrás y buscar el anuncio del hotel que portaba. La lluvia seguía cayendo y mis gafas chorreaban sobre mi cara. Miré cientos de anuncios y ninguno era el mío. El barro ya me llegaba a los tobillos y tenía las zapatillas empapadas. Y mi tuk-tuk seguía sin aparecer.

Recorrí arriba y abajo la carretera buscándolo. Estaban aparcados a los dos lados de la carretera sin ningún tipo de orden y la confusión era total. Tras veinte minutos empecé a pensar que tendría que esperar a que la mayoría se fuese para poder localizar el mío. Y de repente al otro lado de la carretera vi a alguien que agitaba los brazos y gritaba mi nombre. Era Mr. Sai, mi conductor. No sé como pudo verme en la oscuridad y menos reconocerme, pues a esa distancia yo sólo veía sombras. Crucé hasta él y con una sonrisa me ofreció un botellín de agua helada que nunca me ha sabido mejor.

Regresamos al hotel y por el camino me informó que mientras yo estuve arriba había llevado al guía de regreso a la ciudad y había vuelto a por mi. Entré en el hotel empapado, chorreando agua de mi pelo lacio, con las zapatillas y los calcetines embarrados y la camiseta sudada y pegada al cuerpo. Parecía salido de una película postapocalíptica, pero tuve la sensación de volver a estar de nuevo en casa.

Dejé las zapatillas en el balcón de la habitación y me despojé de esa segunda piel en que se había convertido mi ropa. Esa tarde me di una de las mejores duchas de agua caliente de mi vida.










































30 comentarios:

  1. Qué bonito lo que cuentas y cómo lo cuentas, pronto me tocará a mi, que me voy de viaje 4 días con amigos, destino? cerquita........ya lo desvelaré, jajaja.

    Besazos!!!

    ResponderEliminar
  2. Qué misterioso Davichini jajaja Si pudiese me iría con vosotros, que ya me siento como un animal enjaulado de no haber ido a ningún sitio en mucho tiempo.

    De momento me conformo con mis recuerdos y en revivirlos al escribirlos aquí.

    Un beso (para tu viaje)

    ResponderEliminar
  3. Agr, no me jodas, que bonitas fotos, me encanto el arbolotote junto a las construcciones!! hijoles, que bonitos lugares y sobre todo narracion, ya me imagino en la oscuridad completa y absoluta con la lluvia!! sin duda el baño te abrà sabido a gloria mi buen parme.
    que lugars tan maravillosos!!
    gracias por compartirnoslos :3
    besos

    ResponderEliminar
  4. Bueno, no desesperes que seguro que cuando te lo esperes podrás hacer otro de esos viajes tuyos. Que a este paso te van a coger los de Callejeros Viajeros jajajaja.

    Por cierto, las fotos son una maravilla, que pena que aquella zona sea tan húmeda ambientalmente, que si no lo mismo me planteaba ir.

    Besos (sano y salvo).

    ResponderEliminar
  5. PAAAAAAAARME para tu otro viaje llevame en tu maleta ): jajaja un besito enorme, qe cosas para mas bonitas aunqe unas imagenes me han dado miedo, but adoro que nos des estos viajes en la comodidad de nuestro hgar!! besos enoooooormes

    ResponderEliminar
  6. Esos árboles que crecían por encima de los edificios abandonados eran impresionantes Pancho. Viéndolos te das cuenta de que si los humanos desapareciéramos, la naturaleza borraría nuestro rastro en unos pocos milenios hasta que no quedase nada de nosotros.

    Me alegro que haya conseguido transmitir al menos un poco la sensación de bajar esa montaña en la más completa oscuridad, bajo la lluvia y con todo embarrado. Fue una experiencia impresionante. Y esa ducha final en el hotel fue gloriosa. Fue como renacer de nuevo.

    Un beso (bajo la lluvia)

    ResponderEliminar
  7. Pues teniendo en cuenta mi situación financiera Christian, no sé cuando podré hacer otro viaje. Al menos necesito un año, como poco, para intentar equilibrar mi presupuesto... y luego ya veremos. ¿Esos de callejeros viajeros te pagan por viajar? Necesito imperiosamente un trabajo así. En realidad lo que necesito es salir un poco de mi ciudad. ¿No hay nadie que me invite a viajar con ellos? (a gastos pagados claro jejeje) Si alguien me invita yo me encargo de organizar el viaje ;)

    La humedad por allí es muy alta, eso es cierto, pero es uno de esos sitios que merece la pena visitar al menos una vez en la vida. Si te han gustado las fotos (cosa que me alegra mucho), aún es mejor el original. Pero entiendo que no se puede ir a todas partes, así que unas pocos fotos como las mías pueden saciar, aunque sea temporalmente, la necesidad de verlo en directo.

    Un beso (de un viajero arruinado)

    ResponderEliminar
  8. Mi mochila cada vez es más ligera Brekiaz jajaja que cuando tienes que llevarla a la espalda durante un mes aprendes a eliminar cosas superfluas, pero a ti te llevaría en un bolsillo sin dudarlo, para que tu alegría me acompañase a todas partes.

    Que no te den miedo esos sitios, solo intriga y un poco de misterio. Siéntete como Lara Croft entre las ruinas pero sin los malos por todas partes jajaja. Aunque como bien dices, es más tranquilo y descansado viajar desde el monitor en casa ;)

    Un beso (antes de guardarte en la mochila)

    ResponderEliminar
  9. Qué maravilla de lugar, qué buenísimas las fotos. Me encantan los monumentos sin restaurar y esa unión de la piedra y la selva, que he visto en algún otro lugar, me fascina.
    Espero que haya una tercera parte donde le das una paliza al guía y de fondo una bulería:
    la noche del aguacero
    dime donde te metiste
    que no te mojaste el pelo

    Un abrazote.

    ResponderEliminar
  10. El texto me pareció maravilloso, hasta que llegué a las imágenes...vaya hermosura de post Parmenio, ya quisiera leer qué escribirías de un viaje a estas tierras jejeje (y daleee). Afortunado eres de haber tenido esa experiencia y generoso de compartirla.

    Un Beso gigante (de agradecimiento).

    ResponderEliminar
  11. A mi también me encantan estos sitios en los que se ve a la naturaleza campar a sus anchas Uno. Le da un aspecto entre salvaje y pacífico. Tuve la misma sensación en varias ruinas mayas que también sobresalían de la jungla.

    Tengo mucho más que contar sobre Angkor, pues fueron cuatro días por allí, pero aún no sé lo que contaré... y lo que no jajaja.

    Pero la bulería que la cante otro, que con la voz que tengo creo que van a legislar para impedir que la utilice incluso en la ducha. Y paliza al guía no te creas que no tenía ganas, porque mira que yo soy paciente, pero es que su desidia me exasperó.

    Un beso (sin guía)

    ResponderEliminar
  12. Me encantaría ir por allí G-boy, pero como no juegue a la lotería me parece que mi visita se postergará un poco. Aunque si hacéis una colecta todos los blogueros chilenos yo me animo y os prometo una serie de post suficientes como para escribir un libro jajaja

    Chile es tan grande que recorrerlo entero sería un viaje fascinante. Algunos lugares como Viña del mar los conozco a través de tus ojos y otros como Atacama o Torres del Paine siempre me han llamado la atención. Iré seguro... lo que no sé es cuando.

    De momento disfruto compartiendo mi ¿último? viaje con vosotros.

    Un beso (para abrir boca mientras voy)

    ResponderEliminar
  13. Santo cielo, Parmenio, menuda aventurita, jajaja. Aunque me repita, sigo diciendo que cuentas las cosas de tal manera que me hace sentir allí mismo. Me ha llamado mucho la atención esos templos cubiertos por esa especie de higueras gigantestas, y que le dan ese aspecto tan encantador, como una sombiosis entre el arte y la naturaleza. Lo que no me quedó claro es si se puede acceder al interior de los templos, porque se ve que no hay puertas, eso para mí sería fabuloso (jajaja). Y qué brusca es la naturaleza en esos lugares, se pasa del día a la noche y de la calma a la tormenta en un abrir y cerrar de ojos, ¡qué fuerte!. Besos.

    ResponderEliminar
  14. Me encanta que me digas que con mi relato te sientes como si hubieses viajado conmigo a Angkor, Rober :) Mi intención es haceros viajar, aunque sea un poquito, a ese mundo que pude disfrutar durante unos días.

    El templo que te ha llamado la atención porque está cubierto por los árboles es el Ta Prohm, y sí que se puede entrar por dentro. Es espectacular. Está medio derruido y tienes a veces que saltar por encima de las piedras caidas que te obstruyen el camino. Es un complejo con patios sombreados por los árboles y musgo creciendo por todas partes. Es quizá de los más bellos precisamente por su abandono.

    Y sí que es brusca la naturaleza como dices. La tormenta estalló casi de repente y nos cogió a todos por sorpresa. Pero la caida del sol fue de una rapidez pasmosa. De tener todo el cielo iluminado en naranja se pasó en menos de diez minutos a casi una oscuridad total, que los árboles que tapaban el camino terminaron de completar. La próxima vez llevaré la linterna :)

    Un beso (salvaje)

    ResponderEliminar
  15. Muy buenas Parmenio, continúas haciéndonos la boca agua, en este caso nunca mejor dicho con todas estas aventuras y sobre todo con las fotografías. Bueno, yo este finde las haré de otro tipo de monumentos, más perecederos, pero no menos impresionantes, jejejeje. Las últimas fotos son preciosas, qeu lo sepas.

    Bicos Ricos

    ResponderEliminar
  16. ¿Cómo no te voy a hacer la boca agua con todo ese agua que me cayó encima bajando la montaña Pimpf? jajaja Fue tanta que hasta rebosa del post ;)

    Me quedo esperando esos monumentos tuyos, que me da igual que sean perecederos. Más aún, si hay que perecer por ellos, pues se perece... aunque sea a distancia jejeje

    Me alegro que te gusten las fotos. Las hice con mucho placer y las escojo con mucho cariño para ilustrar los post. Y sé que tu eres también fotógrafo, así que tu opinión la valoro mucho. Y en las que te has fijado me gustan especialmente :)

    Un beso (inmortalizado)

    ResponderEliminar
  17. Qué fotos maravillosas. Ta prohm es el templo que más me gustó cuando estuve, me fascinó la forma en que las raíces han tomado posesión de la piedra. La planta he leido que es una Tetrameles nudiflora y dicen que hace una flores chicas, aunque cuando fui no estaba florecida. No coincidió que lloviera a chuzos cuando yo estuve, tuvimos mucha suerte y todas las trombas cayeron de noche, pero estas tormentazas resultaban impresionantes aún viéndolas protegido, así que tiene que ser increíble que te pille una a la intemperie (y me encanta como lo cuentas)

    ResponderEliminar
  18. Me encantan esas aventuras que cuentas y que me llevan a rememorar cosas vividas en otros sitios y en otras circunstancias en los que la ducha de agua caliente final ha sido como una liberación y un momento culminante. Me sigue encantando tu viaje.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  19. Qué deleite para los sentidos escuchar y sentir con todos los pequeños detalles, la descripción del clima que respiraste aquella tarde. Qué valor tiene crecerse ante la adversidad y luchar por algo necesario que acaba teniendo su recompensa sensitiva. Ocaso, arco-iris, tempestad... La conducta del guía te proporcionó finalmente más libertad. La vida es compensatoria jeje... Un abrazo, amigo.

    ResponderEliminar
  20. Las ultimas fotos son espectaculares, me he quedado maravillado. A tu guía muchas ganas de currar no le dieron, eh? Menos mal que no te dejaste y seguiste ahí, que muchas veces por un guía malo un viaje se nos puede hacer horrible, con lo genial que tiene que ser alguien que disfrute con su trabajo.

    Un beso

    ResponderEliminar
  21. Son las fotos más bonitas que veo desde hace mucho tiempo. ese arcoiris y el atardecer... que pasada!
    Qué de personas conociste, que mejor forma de hacerlo que viajando. Un beso

    UT

    ResponderEliminar
  22. No me extraña que te encantase el templo de Ta Prohm Ronronia, pues es un templo diferente con una belleza por encima de lo normal. Las plantas ves que surgen de cualquier sitio, incluso de aquellos en los que pensarías que es imposible. La vida se abre camino siempre.

    Lo de que es una Tetrameles nudiflora me ha dejado descolocado, que con vergüenza reconozco que mis conocimientos de botánica no pasan de poder clasificar el espécimen entre, hierba, flor, arbusto y arbol jajaja pero si es "nudiflora" ahora entiendo porqué me gustó tanto ;)

    No sabes de lo que te libraste si no te cayó ningúna de esas trombas de agua encima. Es como si abriesen un depósito de agua y vertiesen todo su contenido sobre ti durante un rato que se te hace interminable. La verdad es que la experiencia fue única y tuvo su punto de diversión, pero no sé lo que pensarían esas personas mayores que con tanto esfuerzo llegaron arriba y que tuvieron que bajar como pudieron. Será que yo tengo un punto de masoquismo y disfruto con casi todo :)

    Un beso (siguiendo tu estela camboyana)

    ResponderEliminar
  23. Esa ducha de agua caliente fue una catarsis a un día inolvidable Peace-for-ever. Fue como el premio que se le da a los animales por haber cumplido con satisfacción todo lo que se espera de ellos jajaja, aunque en mi caso además disfruté durante todo el día, salvo por el "pequeño" detalle del guía claro. Pero no te vayas todavía, aún quedan cosas por contar :)

    Un beso (compartido)

    ResponderEliminar
  24. Ese es exáctamente el espíritu con el que viajo Melvin, tener abiertos todos los sentidos para disfrutar todo lo que pueda, de una fruta fresca, una lluvia al atardecer, una sonrisa sincera, un paisaje majestuoso o un sueño cumplido. Cada momento que vivo cuando viajo es único y lo intento saborear todo lo que puedo hasta que me impregne de él.

    Esa tríada de la naturaleza fue una alegoría de mi enfado con el guía jajaja, pero tenía que ser así, yo nací para viajar por libre y no sometido a la tiranía de los guías. No podía funcionar, y la naturaleza es sabia :)

    Un beso (sensitivo)

    ResponderEliminar
  25. Mi guía era un jeta impresionante que se creía que todos los turistas somos tan tontos que nos puede despachar con tres o cuatro comentarios colocados al azar y que la mitad de las veces se inventaba pensando que me los creería sin discutir. Esa es la razón de porque suelo coger pocos guías cuando viajo Kotei. He tenido muy malas experiencias con ellos, aunque alguno hubo bueno y notabas que disfrutaba con lo que hacía. Alguna vez contaré sus historias, como la de Ali en Fez... :)

    Un beso (por placer y no por trabajo)

    ResponderEliminar
  26. Muchas gracias Ut. Esas fotos del atardecer y el arco iris me encantan. Tengo más, pero claro, no iba a ponerlas todas, que esto no es una exposición de fotografía sino sólo una forma de ilustrar el texto y que suplan mis carencias expositivas :)

    Una de las cosas que más me gusta de viajar es precisamente eso, conocer gente, sentarme con ellos y escucharles lo que tienen que contar. Son momentos mágicos que nunca olvido. Como cuando conocí a un chico en Atocha con el que jugué al escondite por la estación :)

    Un beso (a todos los que conocí)

    ResponderEliminar
  27. jajajajajaja!!!!!

    besos guapo

    UT

    ResponderEliminar
  28. :)

    Un beso (como adelanto para la próxima vez)

    ResponderEliminar
  29. son unas fotos impresionantes las de esos árboles, majestuosos que parecen estar visitando también las ruinas descendiendo por tejados y escaleras de los templos, pero a su ritmo, ¿eh?

    ese final tormentoso, rescatado in extremis
    por tu taxista cuando el barro te llegaba a los tobillos (después de llevar de vuelta al hotel a su alteza "el guía turístico") me ha parecido de lo más literario

    estoy viviendo tu relato de viajes como una auténtica aventura

    ResponderEliminar
  30. Pasear entre las ruinas y ver como los árboles habían tomado posesión del lugar impresiona mucho SRO. Han sido siglos de ir avanzando poco a poco e ir encontrando los huecos por donde crecer con raices fuertes. Muchas veces ya no queda claro quién está sujetando a quién.

    A veces lo literario se encuentra en los detalles más pequeños. Estaba totalmente empapado y sucio y no encontraba a mi conductor por ningún lado en mitad del caos que se había formado entre la gente que bajaba de la montaña y los tuk-tuks apiñados en la carretera. Sólo faltó que apareciera entre la lluvia un chico guapo que me besase apasionadamente para ser totalmente literario. Falso pero literario ;)

    Me alegro que estés disfrutando con mis aventurillas. Como dicen en el mundo del espectáculo: "No se vayan que aún hay más".

    Un beso (entre líneas)

    ResponderEliminar