viernes, 21 de mayo de 2010

El día después


Me desperté por la mañana con un poco de resaca. No recordaba como había llegado hasta la habitación y parte de lo ocurrido por la noche era bastante brumoso. Nathan seguía dormido en su cama y empecé a recordar mi conversación con él. O más bien lo que recordaba era como me eché a llorar y que ya no pude parar.

Supongo que me trajo como pudo hasta la habitación. Como somos los dos solteros, desde hace años compartimos habitación siempre que organizamos algo. Puede que sea una tontería, pero el detalle de que no le importara pasar la noche en una cama contigua a la mía me produjo una pequeña alegría.

Me levanté y salí al balcón para descubrir una fresca y espléndida mañana. Me senté en una silla al sol y esperé a que Nathan se despertase. Sentía una mezcla entre vergüenza por no haberme podido controlar por la noche y alivio por haberselo dicho. También tenía un poco de miedo. Miedo a enfrentarme, ahora ya sereno, a la situación.

Media hora después Nathan abrió los ojos. Yo permanecí en silencio mirándole. No sabía como empezar. Nathan, muy cauto, me preguntó si me acordaba de algo. Le dije que sí. Al menos de que le confésé que era gay, pero que luego del resto de la noche tenía recuerdos a retazos.

Le pregunté si había hecho alguna cosa que no recordara. Si se lo había dicho a alguien más... Me dijo que no. Que me había sentado en una silla y que el alcohol hizo el resto. Quizá él no lo vio, pero yo me acordaba de haber intentado decírselo a Stella. La llevé al mismo sitio con que había hablado con Nathan pero empecé a darle vueltas sin atreverme a decírselo. Y creo que lo interpretó erroneamente. Creo que creyó que quería algo con ella, porque me dijo que era una mujer casada. Inmediatamente regresamos a la plaza sin que me atreviera a abrir la boca y sin sacarla del error.

Era bastante temprano y el resto estaba durmiendo. Así que llamamos a Stella, que tenía que madrugar por sus hijos y nos fuimos a desayunar con ella. Como sobraba tiempo, nos llevó a pasear por la zona nueva del pueblo. Nos enseñó lo que estaban construyendo por allí y donde construirían su futura casa. Yo asentía a todo sin decir nada. Stella es probablemente la mejor amiga que he tenido nunca y sentía unas ganas enormes de decírselo, pero no encontraba el momento ni las fuerzas para hacerlo. Paseamos una hora y decidimos irnos a tomar un aperitivo. Ese era el momento que yo esperaba.

Regresamos léntamente al pueblo camino de una terraza y cuando ya nos ibamos a sentar sonó el teléfono. Eran el resto de mis amigos que ya se habían levantado y venían a buscarnos. Salimos a su encuentro y el momento tan lárgamente anhelado se frustró.

El resto del fin de semana no hubo ninguna oportunidad de hablar con ella a solas y yo no me encontraba con fuerzas para afrontarlos a todos de golpe. Así que me dejé llevar e intenté que no se me notase demasiado la tristeza interior. Puedo disimular muy bien. Lo he hecho mucho tiempo.

El domingo por la tarde Nathan y yo nos volvimos para casa. Es el único del grupo que vive en mi misma ciudad, pero curiosidades de la vida, cada uno llevamos nuestra vida particular y no nos vemos casi nunca. Pero solemos compartir el coche y la habitación cuando viajamos. Y durante el viaje de vuelta, le dije que si quería preguntarme algo le respondería. Y empezamos a hablar.

Él se encontraba un poco perdido con el tema. Al igual que yo, su conocimento del mundo homosexual era nulo. No conocía a nadie gay ni había nunca tenido relación con ninguno. Y me empezó a preguntar cosas básicas. Me preguntó si yo iba a bares gays. Le dije que no, que todavía no había ido a ninguno. Pero esbocé una media sonrisa cuando le dije que él vivía justo en el centro de todos los bares gays (el Chueca de nuestra ciudad) y puso una cara de asombro porque nunca se había dado cuenta.

Su siguiente pregunta fue que como había pensado yo que se lo iba a tomar él. Le dije que no lo sabía. Qué siempre habíamos sido amigos pero que conocía sus ideas religiosas y políticas y que después de haber estado durante meses leyendo las experiencias de otras personas (buenas y malas) te entran dudas sobré lo que ocurrirá cuando lo cuentas. Dudas y miedo. El asintió y me dijo que nosotros a pesar de nuestras diferencias en política, religión y otros temas, eramos amigos porque nos unía el 95 % de las cosas, y que ese 5 %, que ahora incluía las preferencias sexuales, no nos iba a separar.

Yo iba conduciendo, pero si hubiese tenido limpiaparabrisas en los ojos los habría encendido porque se me nublaron de lágrimas.

10 comentarios:

  1. Parmenio, tal vez deberías darles la dirección de este blog a tus amigos, que humano y hermoso todo lo que cuentas ;-)
    bsote

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  2. Que bonito no? Pues mira, al hilo de lo que te comentaba en el post anterior Nathan es uno de esos amigos que han sabido comprenderte y apoyarte cuando les has necesitado y eso es muy bueno. Guarda a esa clase de amigos como el tesoro que son.

    Besos.

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  3. Uyyy Alforte... no podría. Me moriría de vergüenza. Si a muchos no soy capaz de decirselo a la cara :(

    Tal vez dentro de unos años, cuando esté orgulloso de mi mismo y no me importe que conozcan lo que estoy viviendo... y entiendan muchas cosas que hago ahora... Pero aún no estoy preparado para eso.

    Gracias por leerlo... y entenderlo.

    Un beso (anónimo)

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  4. No tenía pensado que Nathan fuese el primero en saberlo Christian, porque por sus ideas podía no gustarle, y yo no estaba preparadao para ser rechazado por la primera persona que se lo contase.

    Pero salió así y le agradezco lo bien que se portó conmigo. No diría que lo repetiría exactamente igual porque lo pasé muy mal, pero sí se que Nathan estuvo ahí y me dio su apoyo desde el primer momento.

    Un beso (amistoso)

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  5. Bueno, yo creo que muchas veces infravaloramos a nuestros amigos... no? Yo creo que si son amigos nuestros es por algo, pq notamos cierta afinidad y sintonía... A mi no deja de admirarme la sorpresa de la gente cuando sus amigos se lo toman bien... ¿tú crees que podrías ser amigo de un imbecil? de un homófobo? de un carca? de un fascista? Los amigos los escogemos por eso no nos suelen fallar, creo yo. Normalmente el que reacciona mal es que no es un amigo, la verdad y por eso a veces reacciona peor la familia, que en realida, esa si que nos toca en una tómbola, jajaa

    Y cari, de todas maneras a mi me llama la atención la ingenuidad de Nathan, ¿nunca se topó con un gay? no sabe nada de la homsexualidad? no sabía que vivía en pleno barrio gay? nunca le contaron un chiste de mariquitas? no ha visto nada en la televisión? Nunca tuvo un contacto con un amigo en el cole? nadie le dijo nunca nada de otro amigo que "lo parece"? No sé, cuesta creerlo hoy en día.

    bezos.

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  6. Quizás nosotros llevamos los prejuicios muy adentro. Su religiosidad, sunideales políticos. Porque eso tiene que hacer a una persona diferente. Nos llenamos la boca diciendo que oor ser gay no somos diferentes pero luego nosotros lo hacemos con los demás. Pero te demostró que no es así.

    Si te sirve de consejo, yo con mi mejor amiga utilice el método de la carta, aunque se la di en persona y estando delante cuando la leyó. Es mas sencillo porque muchas veces las palabras no nos salen y de esa forma rompemos el hielo. No pienses que así es menos directo o de cobardes. No, es solo una forma de hacerlo. Intentalo si así quieres.

    Un beso cielo

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  7. Yo no creo que infravaloremos a los amigos Thiago, pero muchas veces las amistades se basan en lo que conocemos de ellos. Por ejemplo, cuantas veces has oido por TV que tal persona que pegaba a su mujer era un encanto y que no sopechaban nada. Esa faceta de su vida era oculta. ¿Seguirías siendo su amigo si le vieses maltratar a su mujer?. Y no estoy comparando una cosa con otra sino que quiero decir que una persona puede rechazar a otra por algo que a uno le parece correcto y al otro no.

    Y a lo largo de la vida se pierden amigos por muchas razones. Y algunos muy intimos. Y es algo que nunca gusta. Y por eso se teme que lo que tu le cuentes sea la causa de la separación.

    Se puede argumentar que entonces es un amigo que no interesa. Puede ser. No te quito la razón, pero duele perder a alguien con quien has disfrutado muchos años de tu vida y con quien compartes infinitos recuerdos.

    Y no te sorprenda tanto la ingenuidad de Nathan, porque es la misma que la mía hace año y medio. Vivir en Madrid o Barcelona es muy diferente a hacerlo en ciudades muy pequeñas. Al igual que Nathan yo nunca conocí a ningún gay hasta que al aceptarme como tal me puse a leer e intentar encontrar gente. Yo tambpoco sabía donde estaban los bares gays y piensa que la época en la que nos educaron los gays eran totalmente rechazados, la gente no entablaba amistad con ellos y eran estigmatizados socialmente.

    Un beso (muy valorado)

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  8. Probablemente tienes razón con que el juzgar a una persona por sus creencias religiosas o adscripción política puede ser un tipo de prejuicio Alex, pero es que todas las valoraciones en el ámbito de la vida se basan en catalogar a los demas en función de los grupos a que pertenecen. Y hoy por hoy la Iglesia Católica rechaza la homosexualidad y una gran parte del PP también, teniendo recurrido el matrimonio homosexual por ejemplo.

    Pero como bien dices la identificación de una persona con un colectivo no tiene porque ser total. Conozco muchos católicos que no comparten la postura de la Iglesia en temás como el divorcio, la anticoncepción o la homosexualidad por ejemplo. Y también muchas personas del PP a los que no les parece mal el matrimonio homosexual. Hasta hay un grupo gay dentro del PP. Pero hasta que no sabemos su opinión individual sobre un tema tendemos a suponer que es la del colectivo al que pertenecen.

    El método que propones de la carta me lo apunto. En principio no va con mi forma de ser, prefiero afrontarlo directamente (aunque me está costando mucho) pero si no consigo romper el círculo vicioso es posible que sea un método del que echar mano. Indirectamente lo emplee en un caso. Ya lo contaré en un post algún día de estos.

    Un beso (sin prejuicios)

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  9. Enhorabuena.

    Un poco de alivio a mis llorosos ojos.

    Un abrazo.

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  10. Muchas gracias David, también fue un gran alivio para mis llorosos ojos y mi alma agarrotada.

    Un beso (agotado)

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