lunes, 29 de agosto de 2011

Defecto de fábrica


A pesar de los miles de años que llevamos en el planeta y a que el ingeniero jefe de la Madre Naturaleza ha hecho cientos de pruebas recombinando nuestros genes en la búsqueda de la combinación perfecta, seguimos saliendo al mercado con un notable grado de imperfección.

Sólo tienes que sentarte un día en una plaza concurrida y dedicarte a observar con un poco de esmero a la inmensa variedad de personas que compiten por nuestra atención. Algunos tienen defectos físicos evidentes, mientras que otros los tienen más sutiles y escondidos, pero para un ojo entrenado saltan a la vista en seguida. Pero más allá de estas deficiencias visibles, las más interesantes son aquellas que no son obvias hasta que los individuos no interactúan con otros. Son las taras escondidas de un producto sin terminar. Son los defectos de fábrica.

Mi querido amigo bloguero Christian Ingebrethsen sabe que tengo más defectos de los que podría llegar a explicar en una vida, así que para que vaya empezando a desgranarlos poco a poco me ha encomendado seguir el meme que el asexual Z ha creado expresamente para que nos desnudemos virtualmente en un claro ejemplo de exhibicionismo moral. Las condiciones dicen que debemos exponer tres de nuestros defectos al escarnio público y confirmar o desmentir el defecto que nos atribuye nuestro elector.

Desde que leí el encargo hace ya más de una semana he pensado en qué escribir como primer defecto. Pero cuanto más lo pensaba más indeciso me encontraba. Escogía media docena de ellos pero luego no me decidía por ninguno y lo dejaba para el día siguiente. Lo volvía a pensar y cambiaba cualquiera, con lo que tenía que volver a reevaluarlos todos otra vez. Pero una vez más no terminaba de escogerlos y lo retrasaba de nuevo. Los seleccionados han cambiado según el día, pero la falta de decisión no, así que mi primer defecto es claro, soy un procrastinador. Cuando algo me da pereza lo dejo de un día para otro en la vana ilusión de que la necesidad de cumplir se disipe en el tiempo. Por supuesto no ocurre nunca, pero yo lo sigo haciendo. Una y otra vez.

Mi segunda elección es mi capacidad casi infinita de mantener una discusión por cualquier tema, por muy banal que sea el asunto. Me gusta razonar mi posición y puedo ser muy tozudo en la defensa de una argumentación que suelo apoyar con múltiples metáforas y símiles que a veces desconciertan a mis rivales por lo peregrino del discurso. He llegado a defender una cosa y luego a defender la contraria. Me divierte la discusión y disfruto con la refutación, pero a veces llego a exasperar a mis oponentes dialécticos que no entienden el porqué de una defensa tan apasionada. Y este defecto no tiene discusión. O sí.

Iba a pasar al final del encargo y casi me olvido de que tenía que incluir un tercer defecto para cumplir las condiciones del meme. Y eso se debe a que aunque soy capaz de recitar una extensa lista de emperadores romanos de memoria, soy incapaz de recordar que ropa me puse hace un par de días o donde dejé ese objeto que apoyé un momento mientras hacía otra cosa. Soy despistado. Mucho. Mi memoria es muy selectiva y tiende a olvidar rápidamente las obligaciones mundanas y a mantener incólumes recuerdos absurdos e innecesarios pero que sin embargo me apasionan.

Entre las condiciones del meme estaba confirmar o desmentir las palabras que Christian me dedicó: "Mi siguiente nominado es Parmenio, que una cosa es que haya descubierto que es gay a los 40 y otra que vaya por ahí desatado, que no está dejando títere con cabeza." Y debo confirmar con rubor que es cierto. Que llevo una temporada larga desatado y que me estoy comportando como un adolescente hormonado cumpliendo sus sueños húmedos. Pero ya me tocaba.

Y para terminar los tres agraciados con el placer de mostrarnos sus defectos son:

- Pancho del blog "Tigretón Tontón" que es capaz de pasar de la autofustigación depresiva a la alegría más contagiosa sin ninguna dificultad pero arrastrándonos a todos sus lectores con él.

- G-boy del blog "La vida en colores - Las crónicas de G-boy" a quien sus biógrafos del futuro podrán conocer sin ninguna dificultad lo que comió cada día de su vida y dispondrán del archivo fotográfico personal más extenso jamas documentado.

- Gary Rivera del blog "El alquimista" quien es capaz de afirmar que conoce mil formas de matar sin dejar rastro pero que luego se emociona escribiendo sobre cualquier miembro de su familia.

Que los defectos os acompañen.


domingo, 21 de agosto de 2011

Entre dos aguas


Los días se van acortando cada vez más y cuando miró lo que hice siento que el tiempo se me escapa entre los resquicios del alma. Bajo el sol de la playa los días han pasado mientras con los pies dibujaba círculos en una arena que se te pega a la piel y que es inutil intentar eliminar con las manos pero que desaparece sin dejar rastro bajo la espuma del mar.

Me fui de vacaciones con idea de descansar y huir de la rutina que me atenaza, pero me he encontrado con mi peor enemigo: el hastío de la vacuidad.

Si algo me ha sobrado durante estas vacaciones ha sido tiempo, sobre todo tiempo para pensar. Para pensar sobre mi. Para pensar sobre lo que soy. Para pensar sobre lo que fui. Para pensar lo que seré. Para pensar. Para pensar demasiado.

Pensar me hace daño porque me hace consciente. Me hace darme cuenta de que mi entorno me atrapa en una telaraña de obligaciones y deberes sin dejar resquicio a esa parte de mi mente que necesita escapar de si misma. Hay momentos que me gustaría dejar de pensar y vivir en la ignorancia feliz del necio. ¿Pero acaso no seré yo el bobo que se cree sabio y que en su cortedad no alcanza a comprender el privilegio del pensamiento? Ni contigo ni sin ti. Soy el perro del hortelano de mi propia esencia.

Mientras observaba a los niños jugar en la orilla ajenos al futuro, conversaba con sus padres sobre un presente intrascendente. Y cuando no podía soportarlo más, me zambullía y nadaba rompiendo las olas con los ojos intentando que el frescor del mar refrescara mis ideas. Y cuando agotados mis músculos pedían tregua, flotaba boca arriba ofreciéndome al sol. Sólo en esos momentos conseguía dejar mi mente en blanco y sentir los rayos acariciarme a través de mis párpados cerrados. El silencio me rodeaba y el rumor de mis pensamientos desaparecían en el sonido de una caracola gigante.

Pero cuando salía de nuevo de ese remedo de vientre materno, la cacofonía de la vida asaltaba mis sentidos abrumándome con su realidad y recordándome que me encuentro permanentemente entre dos aguas que tiran de mi, entre lo que fui y la añoranza de lo que pude ser.