domingo, 17 de julio de 2016

Orgullo triste


Mañana hará un mes de la muerte de mi padre y casi diez y medio de la de Tony. Casi todo este tiempo lo he pasado ocupándome de su familia, sobre todo de su madre y sus hermanas. La burocracia y los múltiples asuntos de los que ocuparse te impiden descansar e intentar olvidar aunque sea por un momento.

Y ahora con mi padre todo empieza de nuevo. Papeleos, tanatorio, incineración, burocracia, registro civil, notarios, bancos... y mi madre.

Te persiguen, te acosan y no terminas nunca. Nada más morir mi padre me tuve que sentar a hacer la última declaración de la renta de Tony, pues Hacienda somos todos. Incluso los muertos.

Y este jueves, cerca de la medianoche, viendo las noticias, de repente saltó la noticia del atentado de Niza. No sabían nada, todo era confuso y sólo decían que había habido muchos muertos. Y mi corazón empezó a palpitar incontroladamente. Mi sobrina estaba en Niza esa noche porque iba a ver el concierto de Rihanna al día siguiente. La intenté localizar y tarde casi una hora en lograr hablar con ella. No habían llegado a Niza. Se les había hecho tarde y habían parado en Nimes a pasar la noche. Llamadas a mi madre y mi hermana para tranquilizarlas. Ya no pude dormir esa noche.

De los dos últimos años he pasado dentro de un hospital casi diez meses. Los intentos que he tenido de vacaciones, una semana en Gran Canaria en diciembre y la escapada a Madrid al Orgullo hace un par de semanas han sido más contraprudecentes que relajantes. Ya no sé viajar solo.

Hubo una época en que cruzaba medio mundo con mi mochila y mi cámara de fotos para disfrutar de paisajes y lugares extraordinarios. No necesitaba a nadie. El mundo me maravillaba lo suficiente como para manterme abstraído. Ahora todo lo veo con los ojos de Tony. En cada sitio, en cada lugar sólo pienso si le gustaría, si lo pasaría bien allí. Ya no disfruto de nada. Sólo tengo su recuerdo, que me embarga y añoro.

Por primera vez no lo pasé bien el día del Orgullo.

Me volvía continuamente para decirle a Tony: "Mira allí".

Pero no estaba.

Se me hizo eterna la tarde y mi energía fue desfalleciendo hasta que las tinieblas nocturnas se confundieron con mi estado de ánimo. Paseé siguiendo el desfile y ver por el camino la felicidad de las parejas abrazadas, disfrutando, como yo antes lo hacía, me ensombreció más el alma. Me veía en ellos, en lo que tuve y que probablemente no volveré a tener.

Un bloguero amigo con el que había quedado para tomar algo luego me llamó para salir un rato y disfrutar de la fiesta. No pude. Me encaminé hacia el hotel y sólo pude meterme en la cama. Y abrazarme a la almohada.

Hice fotos ese día, pero yo mismo me daba cuenta de que no tenía ojo para buscar donde enfocar. Miro pero no veo. Todo gira a mi alrededor pero me es ajeno. Sé que tengo que superarar todo esto pero la verdad es que se me hace duro.

Pero lo intento. Todos los días.







 




viernes, 1 de julio de 2016

Mi padre


La muerte me ronda.

En los últimos años dos queridos amigos han muerto sin cumplir los cincuenta. Uno de un infarto y otro de leucemia. Luego vino Tony, mi novio, mi pareja, mi esposo, la persona con la que iba a compartir el resto de mi vida y que un linfoma me arrebató.

Y ahora mi padre.

Hace dos años, por estas mismas fechas un cancer lo tuvo en la Unidad de Cuidados Intensivos durante tres meses y creímos que no sobreviviría. Pero lo hizo. Pasó por tres operaciones y le extirparon la próstata y la vejiga, pero siguió adelante. Todas las pruebas durante este tiempo fueron perfectas y aunque tardó más de un año en volver a ser él mismo, todos esos meses de hospital quedaron atrás. Hasta ahora.

Cada cuatro meses se hacía pruebas de todo tipo y simpre salian perfectas. Las últimas en navidades. Pero en abril, justo después de Semana Santa todo cambió. Le diagnosticaron cáncer en los pulmones, uno nuevo, no metástasis del anterior, un tumor en la columna y otro en el hígado. Los médicos no se lo explicaban.

Recuerdo su palabras al leer el informe mientras sonreía: "Estoy leyendo mi sentencia de muerte. No todo el mundo tiene la oportunidad de poder hacerlo".

A pesar de ello lo intentó. Primero radioterapia para eliminar los dolores que le producía el tumor en la columna, y luego quimio para los pulmones. No llegó. Quedó tan débil que no le pudieron poner la quimioterapia. El resto fueron días viendo como su cuerpo se consumía.

Falleció el 18 de junio por la tarde. Yo estaba allí.

Han sido meses de hospital, de no dormir, de acompañarle, de buscar soluciones y tener esperanza, pero de ver como se iba apagando.

Ha sido una repetíción de lo que viví con Tony. Le leía las noticias cada día porque decía que mi voz le relajaba. Controlaba los goteros. Le contaba lo que ocurría más allá de la ventana del hospital por la que sólo veía el cielo. Hablábamos.

Tenía 80 años y se jubiló hace diez. Poco para una vida de trabajo incansable.

Sabía que tenía que llegar tarde o temprano. Es ley de vida que los padres mueran antes que los hijos, pero no esperaba que fuese tan rápido. Y tan repentino.

No he conseguido aún asimilar la muerte de Tony y volver a pasar de nuevo por todo esto ha hecho que todo el dolor se magnifique aún más. Sé que hay que seguir pero hay días que tengo muy pocas ganas. Pero lo intento.

Hoy he decidido estar mañana en Madrid en la manifestación del Orgullo Gay. Iba todos los años con Tony y hacíamos miles de fotos mientras reíamos. Este año las haré también.

Por mi padre.

Por Tony.