sábado, 8 de mayo de 2010

¿Una oportunidad perdida?


En el verano de 2001 era yo un jovenzano de 33 años en la flor de la vida. Decidí ese verano coger mi coche e irme a recorrer Hungría. Solo. Como acostumbro a hacer cuando viajo. Para viajar no necesito a nadie, me entretengo yo mismo. Me encanta el arte y me encanta ver pasar a la gente. Disfruto tanto visitando una catedral, como paseando por un bosque o un lago.

El único momento que no me gusta de viajar solo son los ratos de las comidas. Es aburrido estar sentado a una mesa esperando a que te sirvan sin tener nada que hacer. Lo que hago en esos momentos es observar a mi alrededor. Me fijo en ese señor que intenta que no se le vuele el períodico, en los niños corriendo, en lo que comen en las mesas de al lado o en los edificios que me rodean. A veces hasta les hago fotos.

Pues a finales de Julio llegué a Budapest. Me alojé en el Hotel Gellert, un hotel de lujo fuera de mi alcance económico, pero con unas habitaciones individuales, antiguas e interiores a un precio asequible. Son unas habitaciones como las de una pensión pero con derecho gratuito a todos los servicios del hotel. Entre ellos el mítico spa. ¿Alguno recuerda un anuncio de Danone de hace muchos años en el que se veía a un chica tirarse a una piscina con columnas? Estaba rodado en el spa del Hotel Gellert. Y yo disfruté de ese sitio durante diez días. Cada día hacia mis excursiones por los alrededores de Budapest y regresaba sobre las seis de la tarde para relajarme en las piscinas del hotel. Después volvia a salir a cenar y disfrutar del Budapest nocturno.

Uno de esos días paseando por Vaci Utca entré en el restaurante Fatal. Es un sitio muy conocido y que está en todas la guías turísticas. No soy muy amigo de estos sitios, pero todo el mundo hablaba bien de él y me acerque a conocerlo. Como iba sólo me sentaron en una mesa corrida en la que había unas quince personas comiendo. Aburrido, mientras esperaba la comida, me dedique a observar al resto de los comensales de mi mesa. Casi todos eran parejas de alemanes y británicos rondando la cincuentena. Pero en la cabecera opuesta a mí había sentado un chaval un poco más joven que yo. Parecía que estaba solo y tambien miraba al resto de la mesa. Estaba tomando ya el postre y en un determinado momento nuestras miradas se cruzaron. Y me sonrió. Termino de comer y se fue. Recuerdo que le seguí con la mirada mientras se iba.

La cena estuvo muy bien. Un gulash exquisito y picante y un plato de carne y pasta fantástico. Con unas raciones gigantescas. Y barato, que para mi maltrecha economía fue un bálsamo. Tanto me gustó que el día siguiente regrese de nuevo a cenar. Esta vez me sentaron en una mesa para cuatro personas pero vacía. Pedí la cena y me senté a esperar. Nada más servirme el primer plato y con el restaurante casi lleno al fin sentaron a alguien a mi mesa. Levanté la vista y reconocí al chico del día anterior. Casualidades de la vida.

Comimos en silencio los dos durante un buen rato y cuando me sirvieron el postre me habló. Me preguntó, en inglés, que si era italiano o español. Con cara de sorpresa le respondí que español y le pregunté que cómo lo había adivinado. Con una sonrisa me dijo que yo había pedido para comer un primero, un segundo y un postre, que comía con vino y terminaba con café. Y que en Europa solo sabíamos comer así de bien los italianos y los españoles. Me eché a reir y nos pusimos a charlar.

El era italiano, de Milán, y se llamaba Alessandro. Tenía unos 26 años. Estudiante de filología hispánica y nadador en sus ratos libres. Nos hicimos amigos y nos fuimos a unas terrazas junto al Danubio a tomar unas cervezas. Estuvimos como unas tres horas hablando en una mezcla entre italiano, inglés y español. Hablamos de literatura, de viajes, de religión, de política, de nosotros y de la vida. Y bebimos sin parar cerveza tras cerveza hasta que cerraron todos los bares. Y entonces me dijo que si le acompañaba al hotel. A pesar de la cantidad de alcohol que llevaba en el cuerpo una alarma saltó en mi cabeza. ¿Me está invitando a seguir bebiendo en su hotel o es gay y me está echando los tejos? No lo tenía claro y a pesar de la duda decidí acompañarle y ver que pasaba. Fuimos paseando y charlando durante unos veinte minutos hasta llegar a su hotel, una especie de Albergue o similar. No estoy seguro. Y en ese momento, frente a la puerta,  me entró el pánico. Sin darle tiempo a decir nada me despedí de él, di media vuelta y me alejé de allí sin mirar hacia atras.

Cuantas veces he pensado en esa noche. En la cara que se le debió quedar y que no vi. En lo que debió pensar. Y sobre todo he pensado si simplemente me invitaba a seguir tomando cervezas... o a algo más. ¿Y si hubiese aceptado y hubiese sido gay.... le habría dejado? ¿Cúanto habría cambiado mi vida de haber tomado otra decisión esa noche? Son demasiadas preguntas sin respuesta.

Han pasado casi nueve años y muchas veces pienso en él... y ahora más. Recuerdo su nombre perfectamente, Alessandro Pezzone. Ahora tendrá unos 35 años más o menos. Y todavía guardo la dirección de correo electrónico que me dio...

10 comentarios:

  1. Y si hubiera hecho....? Estas preguntas nos las hacemos todos, jajaja, pero es mejor pensar que si no pasó es porque no era el momento adecuado para que pasara. Quizás tenías que conocer a Alessandro y vivir esa experiencia hasta ahí para que te dieras cuenta de lo que sucedía, un paso más, una pieza del puzzle más.

    Creo mucho en el destino, y la vida me ha ido enseñando que el destino no sentencia pero te va poniendo las piezas para que vayas construyendo poco a poco.

    Alessandro fue una pieza de ese puzzle de tu vida, como lo ha sido Flavio, los que llegaron y los que llegarán, y todo lo que sucede es porque debía ser así, hasta ese punto, jajaj.

    Besazos filosóficos!!

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  2. Es verdad. No estaba preparado, davichini. Ni siquiera la idea era soportable en mi cabeza. Fue, como dices, una pieza más en el puzzle de mi vida. Y una pieza importante, porque en nueve años no he podido dejar de pensar en ello.

    Tu crees en el destino. Yo creo que el destino es un cabrón redomado. Si me hubiese dado un pequeño empujón me habría ahorrado nueve años de sinsabores. Pero el destino juega con nosotros, y es un cachondo al que le gusta alargar la partida y saborear la victoria.

    Un beso (con destino)

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  3. Ese encuentro y ese desenlace seguro que te hizo pensar y darte cuentas de muchas cosas... Por aquel entonces quizás no querías abrir los ojos, preferías estar ciego pero el simple hecho de acompañarle hasta su hotel ya dice mucho de lo que en futuro ocurriría....

    Una oportunidad perdida de cientos que tendrás ahora, no es tan importante, no te parece???

    A lo mejor el destino no fué el culpable de tu ceguera, posiblemente fueras tu mismo quien pusieras mucho obstaculos para no ver.... eso es lo que me pasó a mí... pero cada uno es un mundo.

    Qué será de él? no tienes curiosidad??

    Un beso

    UT

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  4. Me hizo pensar mucho Ut. Concretamente durante nueve años ;)

    Yo también creo que el acompañarle hasta el hotel era un deseo reprimido de que realmente ocurriese algo. Si cuando me di la vuelta y me fui él me hubiese dicho algo probablmente me hubiese quedado. No se como habría ido luego pero creo que sólo me faltaba un pequeño empujoncito esa noche.

    Y tengo muy claro que no fue el destino sino yo mismo quien ponía los obstaculos. No culpo a nadie de haber llegado tan tarde sino a mi mismo de no haber tenido el valor de romper esa dinámica.

    Y curiosidad sobre que fue de él, pues mucha ;) no te puedes imaginar cuanta... después de escribir este post he buscado su mail en google y facebook y no aparece. Quizá algún día me anime y le escriba unas líneas...

    Un beso (soñador)

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  5. No lo pienses, porque sinceramente no merece la pena. Elegimos el camino que tenemos delante y muchas veces ese panico que nos entra nos hace dirigir nuestros pasos a un lugar que no pensamos. Quien sabe lo que habría pasado, quien sabe lo que habrías hecho...???? no lo sabrás nunca, y darle vueltas, ya sabes que no tiene sentido.

    Un beso cielo

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  6. Tal vez más adelante piense en ello y sonría, pero ahora es uno más de mis recuerdos. Se que que lo que ocurrió no se puede cambiar, pero me ayuda mentalmente a recolocar mi vida.

    Un beso

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  7. Pues no digo que no sea un puzle nuestra vida, pero en ocasiones nos obstinamos en intentar meter las piezas que no corresponden, o incluso las metemos; el destino NOS lo vamos haciendo a cada momento, con mayor o menor facilidad, pero VIVIENDO, no sólo sobrevivviendo.

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  8. Pero la vida es como intentar hacer el puzzle con los ojos cerrados Betulo, y acertar donde va cada pieza no siempre es posible sin ayudas externas.

    Un beso (a trozos)

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  9. https://it-it.facebook.com/alessandro.pezzone

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    1. Buen intento, mi anónimo amigo, pero pone que es una mujer, y Alessandro era un hombre, salvo que se haya operado claro :)

      Un beso (internacional)

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